Resumen de La Jornada.
Al final, ¿qué me queda cuando apago la computadora?, se
pregunta el escritor Fabrizio Mejía Madrid. En su más reciente novela, Vida
digital, conocemos la visión de un gordo cuarentón, que se está quedando calvo,
con tres divorcios a cuestas, filósofo, profesor y escritor, que demerita la
inteligencia de los comentaristas de deportes y busca respuestas en la pantalla
de una computadora.
Enseguida se contesta: Queda el contacto físico, la única
manera que tenemos ahora de saber qué es virtual y qué no. Es decir, si lo
puedes tocar y se siente algo, no es un holograma, es una persona. Es un poco
la conclusión a que he llegado, es un poco triste, pero así es la vida.
Todas las preguntas fundamentales caben, en una madrugada de insomnio, en la Wikipedia, la enciclopedia virtual, y en la novela Vida digital (Alfaguara): ¿Qué es el amor? ¿Qué es la naturaleza humana? ¿Qué es la vida? ¿De dónde venimos? ¿Qué es la muerte? ¿Qué es la felicidad? ¿Para dónde queda Insurgentes?
Recorrido con humor amargo
La desazón del cuarentón da pie a un recorrido con humor
amargo, con ganas de deconstrucción y juegos de palabras por la historia de las
ideas, desde los griegos, a santo Tomás de Aquino, el Renacimiento y hasta
personajes como Charles Darwin, Carlos Marx, Arthur Schopenhauer y Sigmund
Freud, entre una larga lista que recorre siglos de cavilación humana.
“Un insomnio de alguien, que no tiene nombre, frente a la
computadora y todas sus preguntas son la raíz de la Wikipedia y es todo el
pretexto para hablar de su vida emocional”, describe en entrevista el autor
nacido en 1968, sobre el volumen, donde Internet es el dios que todo lo sabe y
todo lo ve, mientras el oráculo Google corrige lo que quisiste decir. Toda
novela es un intento de respuesta a una pregunta. Y la pregunta era, ¿qué es
esto de la vida digital? ¿En qué nos hemos metido en estos 10 años, qué son ya
desde la creación de Google, Facebook y Twitter. Donde tu vida está implicada y
lo que pongas allí tiene consecuencias en lo cotidiano. Como cuando lo decías
por teléfono, pero era privado. Ahora es público y se queda.
Fabrizio Mejía Madrid confiesa que renunció al Facebook hace
tiempo, en contraste con el protagonista de Vida digital, quien construye su
perfil ideal en la red social, donde hurga en el mínimo detalle de una alumna
veinteañera, con todo y minifalda, además de que se rencuentra con El Blues,
amigo de tiempos preparatorianos.
Y Fabrizio Mejía, un tanto distante del cuarentón que
protagoniza su novela, concluye: Finalmente lo que nos otorgan las comunidades
virtuales es una identidad con un nombre. Pero estoy convencido de que lo
tienes que llevar a la realidad, porque si no, no funciona. Y cuando lo haces, no
funciona, es decir, es una decepción.
Expresado de otra forma, no basta la vida digital. En un
momento apagas la computadora, vuelves a la vida real y necesitas el contacto
físico. Es lo único realmente humano y que tenemos ahora, además de la certeza de
que nos vamos a morir.
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