Columna de John M. Ackerman para La Jornada.
La semana pasada Felipe Calderón convirtió la fiesta cívica
de reconocimiento a la gran valentía del pueblo mexicano de 1910 en otro
pretexto para enaltecer el militarismo y el consumismo. El 101 aniversario del
inicio de la Revolución Mexicana fue marcado por un ostentoso desfile militar y
opacado por el abusivo despliegue mediático del llamado buen fin. Una vez más,
los ciudadanos y el interés público fueron relegados a segundo plano.
Esta desilusión surge de que gran parte de las promociones
no incluyó reducción alguna de precios, sino solamente facilidades de pago
hasta de 48 meses, muchas veces con elevadas tasas de interés. Los que
realmente se aprovecharon del buen fin fueron los bancos, las instituciones de
crédito y las grandes tiendas que ahora tendrán un flujo constante de pagos
mensuales y podrán cobrar de manera despiadada comisiones y sanciones a sus
nuevos clientes cada vez que se les dificulte la entrega de sus cuotas.
La organización El Poder del Consumidor ha puesto el dedo en
la llaga al comentar que “el objetivo central [del buen fin] es aumentar las
ventas y reducir los inventarios de las empresas, más que beneficiar a los
consumidores”, ya que contribuye a poner en riesgo [su] situación financiera.
Una investigación de campo conducida por CNNExpansión también concluyó que “los
consumidores consideran que las verdaderas ganadoras [del buen fin] son las
tarjetas de crédito y los bancos”.
Se da, entonces, nueva significación al propósito de la
Iniciativa México, convocante destacado del fin de semana de compras, de pasar
del México del no se puede al México del sí se pudo. Este salto aparentemente
se cumplirá con el endeudamiento generalizado de la población. Con estos
apoyos, las familias mexicanas finalmente pudieron adquirir nuevos televisores
y sentirse más clasemedieros que nunca. Pero en realidad se esclavizan aún más
a los poderes oligopólicos que controlan la economía y la política nacional, ya
que tendrán que trabajar horas extras en ínfimas condiciones para saldar sus
deudas.
El buen fin también tiene una clara intencionalidad
política. Un aumento artificial de compras en 2011 generará una burbuja
financiera que permita a Calderón anunciar nuevos números de supuesto
crecimiento económico a principios de 2012 en plena campaña presidencial.
Asimismo, una población endeudada y acosada por los bancos es más tímida y
menos dispuesta a apoyar cambios políticos radicales. Esto beneficiará al
proyecto político del PAN, que en 2012 hará todo lo posible por asustar a la
población con una política de miedo: Más vale malo por conocido que bueno por
conocer, será su verdadero lema de campaña.
El 20 de noviembre de 1999 Vicente Fox anunció su propósito
de remplazar la celebración del Día de la Revolución por el día del Plan
Puebla-Panamá como símbolo de la supuesta modernización del país. Hoy, Calderón
va más allá y ni siquiera plantea un nuevo proyecto de supuesto desarrollo
económico, que Fox siempre enfocaba desde una lógica depredadora y colonial,
sino recurre al puro consumismo y al endeudamiento social como motores de la
economía nacional.
Lo que los ciudadanos mexicanos realmente necesitamos no son
más ofertas engañosas, sino una verdadera reducción de los precios de los
bienes de consumo a partir de una desarticulación del oligopolio empresarial
que controla el país. Nuestro país ha recibido una calificación reprobatoria de
3.5 (de un total de siete puntos) en materia de política antimonopolios por
parte del Foro Económico Mundial. Esta concentración económica es la causa de
que hoy en México pagamos 200 por ciento más que en Estados Unidos por cemento
y telefonía fija y 150 por ciento más en tarjetas de crédito, créditos
bancarios, teléfono celular y otros productos. También existen serios problemas
de competencia y de precios elevados para los productos más básicos, como
leche, huevo, tortilla y pan.
Por fortuna, la conciencia crítica perdura a pesar de los
múltiples embates desde el poder que quisieran desaparecer el espíritu
revolucionario del pueblo Mexicano. En lugar de planear el siguiente buen fin,
mejor habría que dirigir la mirada hacia propuestas mucho más efectivas que
reducirían directamente los precios y aumentarían los ingresos de la población.
www.johnackerman.blogspot.com
Twitter: @JohnMAckerman
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