Por: Tolésimo Díaz, Red Generación
Dos vodkas tonic
1
La
flacidez intelectual que ocasiona la pobrísima facultad de Enrique Peña Nieto
para expresarse verbalmente –en español y en inglés-, me hace pensar en sus
asesores: ¿quién está detrás de lo que declara?, ¿cómo es posible que una
persona respaldada por un enorme aparato político, cometa una desmesurada
cantidad de yerros?
Ayer, en
un café acostumbrado por la concurrencia intelectual, escuché a una
simpática señora decir que, posiblemente, el presidente de la república es una
persona muy nerviosa, y que debido a ello se le dificulta hablar en público.
Primeramente, me sorprendió el nivel de seguridad con el que la mujer aseveraba
tal circunstancia, pero hay algo que de verdad me pareció risible: la ternura y
conmiseración de una señora de casi sesenta años hacia un hombre que gobierna
un país entero; en la voz de aquella mujer escuché el discurso de una abuela
que le perdona travesuras a su nieto.
El señor
presidente no sólo ha perdido audiencia que le tome en serio, sino que ha
generado una expectación tremenda; importan poco las propuestas que se hicieron
durante la campaña priista, ahora sólo esperamos a que el flamante comandante
en jefe de Las Fuerzas Armadas nos robe nuevamente risas y lágrimas, así como nos
arrebató, el primero de diciembre, la poca dignidad constitucional que nos
quedaba.
2
Hace
algunos meses, México sufrió un atentado a la integridad social: Paulina Peña,
hija del hoy mandatario, nos hizo saber, por medio Twitter, que la familia Peña
carece totalmente de bases morales. El tweet circuló por toda la red, y ahora
es parte de una colección exquisita de momentos vergonzosos. Aunque hubo
resentimiento a nivel nacional, la campaña de Enrique Peña Nieto libró,
incólume, una monstruosa diatriba social.
Lo
preocupante no es que Peña Nieto sea incapaz de educar a una familia, ni que se
le haya demostrado una mediocridad sin límites ni que su imagen esté en
un declive que no tiene fin. No. Hay algo más oscuro, más terrible: el
mandatario no es consciente de que no puede, de que le es imposible llevar a
cabo una labor mayúscula. A lo que deberíamos temerle es a la impunidad con la
que el aparato priísta manejará a un tipo que ni siquiera sabe por qué lo han
encumbrado en ese sitio anhelado por muchos.
Se dice "paupérrima", no "pobrísima"
ResponderEliminares "importan poco las propuestas", no "importa poco las propuestas"
Lo siento, estoy de acuerdo con ustedes con el planteamiento, pero si van a criticar la ignorancia de Peña y de sus asesores, no caigan en esa misma falla.
Tu primera observación va acerca de "pobrísimo", y también es correcta si lo vemos desde un punto de vista purista -muy apegado a la DRAE- "Pobrísimo" es un vulgarismo utilizado muy frecuentemente, y puede considerarse en uso; recuerda que el hablante es el que configura la lengua. Muchas gracias, es bueno tener comentarios constructivos.
EliminarLa segunda observación es correcta.
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ResponderEliminarYa está corregido con base en el primer señalamiento que me hiciste: "importan poco las propuestas"
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