Nota de Sinembargo -
A las
00:00 horas del 1 de diciembre de 2012, Felipe Calderón Hinojosa se desembaraza
del contador de sangre y hace un corte. Son 60 mil, 70 mil, 100 mil muertos de
su guerra. Son muchos, pero ni uno más. En ese momento inicia el juicio de la
historia por sus acciones y da comienzo, al mismo tiempo, la otra lista
funesta: la de los muertos de Enrique Peña Nieto. Eso, claro, lo sabe el equipo
del Presidente electo.
Hay, se entiende, preocupación; y será una acción eje
del nuevo gobierno empezar desde esa misma hora el combate de la criminalidad.
La pregunta es cómo. Seguramente, aprendiendo de seis años de derramamiento de
sangre de mexicanos, se tratará de dar prioridad al trabajo de inteligencia
para ir reduciendo la presencia del Ejército mexicano en las calles.
Lo preocupante es que se estén descalificando, desde
ahora, acciones que no están vinculadas con el combate tradicional de las
organizaciones de narcotraficantes. Por ejemplo, la despenalización de las
drogas. Apenas esta semana, el Partido Revolucionario Institucional (PRI)
rechazó la posibilidad de que en el gobierno de Peña Nieto se debata sobre la
legalización del consumo de drogas como la marihuana, luego de que en Colorado
y Washington, Estados Unidos, los ciudadanos aprobaron la posesión legal de 28
gramos. Notimex entrevistó a la secretaria general del PRI, Cristina Díaz
Salazar. Expuso que su partido se pronuncia contra la legalización de las
drogas y “se debe exigir al Presidente estadounidense Barack Obama una
definición sobre este tema”.
En México “no hay necesidad” de iniciar una
discusión al respecto, dijo, ya que “el debate siempre ha existido y está ahí”,
en cambio insistió en exigir al gobierno de Estados Unidos “una definición
sobre este tema tan delicado”. ¿Y entonces? ¿Sólo balazos para combatir el
crímen organizado? ¿No está abierto, el nuevo gobierno, a otras opciones a
pesar de que el combate tradicional ha mostrado su ineficacia? Hay un tema importante
sobre la lista de muertos del gobierno de Peña Nieto. Hay recordar una cosa:
que a él se le aplaudió efusivamente en su último informe de Gobierno por algo
que no hizo: combatir el crimen en el Estado de México. Peña Nieto dio su VI y
último Informe de Gobierno como mandatario del Edomex el 5 de septiembre de 2011.
Ese día mostró
cifras sobre un supuesto descenso de la criminalidad en la entidad. Mintió. Y
fue la prestigiada revista The Economist la que dio a conocer el dato. En un
artículo publicado el 22 de septiembre de ese mismo año, el semanario británico
de referencia internacional afirmó que una parte del informe de Peña Nieto fue
“no menos que sorprendente”: dijo que durante su mandato de seis años se
redujo, en más de la mitad, el número de homicidios, según lo expuesto en el
evento en el que los priistas lo proclamaron como su candidato presidencial
para 2012. T.W., corresponsal para México y Centroamérica, citó en el blog
Americas View palabras del propio Peña Nieto: Uno de los logros más ilustrativo
que hemos tenido es la reducción en la tasa de homicidios dolosos, por cada
100,000 habitantes, al pasar de 16.5 en 2005, a 7.6 en 2010.
El resultado no es
menor, considerando que en los últimos 5 años la respectiva tasa a nivel
nacional subió de 10.6 a 21.9 homicidios por cada 100,000 habitantes”. The
Economist lo desmintió: [El informe] fue particularmente sorprendente dado que
la tasa de homicidios a nivel nacional se duplicó durante el mismo periodo.
Cualquiera que dude de la palabra del señor Peña podía ver los números por sí
mismos en la versión impresa de su Informe”.
Agregó: La afirmación es
absolutamente falsa. Los números que aparecen en el Informe del señor Peña son
en realidad las cifras oficiales, pero no hacen mención de una revisión estadística
de 2007, que vio reducir a la mitad la tasa de asesinatos durante la noche. Se
puede ver un desglose, mes por mes en el sitio web del Sistema Nacional de
Seguridad Pública (SNSP), un organismo federal.
Si se compara diciembre de 2006
contra enero de 2007, cuando se introdujo la nueva metodología, se verá que el
número de asesinatos en el Estado de México por arte de magia se redujo en 62%
en el lapso de un mes”. La pregunta obligada es: Y si la estrategia de los
balazos no funciona, y si el nuevo gobierno no está pensando en otras
alternativas más allá del combate tradicional –que en el gobierno de Calderón
costó miles de vidas–, ¿la salida será como en el Estado de México: ocultando
las cifras?
Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX
en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/12-11-2012/10652.
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