Por: Alejandro Páez Varela para Sin embargo.
Porque me atreví a defender a la periodista
Sanjuana Martínez, tres individuos se encargaron de joderme un par de días.
“Cerdo”, me dijeron en Twitter. “Vendido”. A jode y jode. Sanjuana había
expresado su opinión sobre el conflicto en la Universidad Autónoma de la Ciudad
de México. Le tundió a la rectora, Esther Orozco. También a Marcelo Ebrard. Y
la tundieron a ella: allí está su artículo: mucha gente se inconformó y la
misma institución se encargó de expresar su desacuerdo en una carta que por
supuesto publicó SinEmbargo. Yo mismo tengo otra versión de los hechos y de eso
se trata, pues: que digamos lo que creemos sin temor a ser linchados; que los
que estén en desacuerdo lo plantéen y los que estén de acuerdo también.
Los troles del PRI durante la
elección se sirvieron con la cuchara grande y no se quedaron atrás los de
izquierda y los panistas. Yo sé que Enrique Peña Nieto, que Andrés Manuel López
Obrador, que las hilachas. ¿En verdad vale la pena transformar nuestra
inconformidad en bullying? Siento, por ejemplo, que hemos perdido la capacidad
de discutir, de compartir nuestros puntos de vista. Creo que estamos perdiendo,
como sociedad, la posibilidad de construir si lo primero que se los viene a la
cabeza cuando vemos que alguien piensa distinto es que el otro está jodido, es
pendejo, es una mierda, es corrupto.
No quiero meterme a las causas de tal
cambio de actitud. Quiero hablar de la actitud, de lo que veo: que los foros
están llenos de descalificaciones y de mala onda. No de ganas de aportar, sino
de destruir. Eso siento. En tiempos, además, en los que ser anónimo no cuesta
nada; se abre una cuenta falsa, se esconde el nombre y se grita con rabia, se
injuria, se atropella. Hay mucha amargura, mexicanos. Mucha. En todos los
bandos.
Esa es mi reflexión. Y la amargura no permite el crecimiento de una sociedad.
Es un cáncer. Tenemos más razones para estar unidos que para mantener la
discordia. Nos abruman los retos, mexicanos; son muchos: Acabar con los
monopolios, con los abusos de la clase política, con los líderes charros, con
la pobreza, con la corrupción que permea en todos los niveles sociales y
económicos; necesitamos una prensa más combativa, luchar por mecanismos de
transparencia y rendición de cuentas. Necesitamos presionar a las autoridades,
mexicanos, para que se ponga fin a esta guerra sin sentido. Necesitamos
justicia ahora: para las viudas y los huérfanos de seis años de estrategia
fallida, para las familias de los desaparecidos, para la Guardería ABC, para…
uf. La lista es larga. ¿De verdad vale la pena odiarnos tanto?
Este contenido ha sido publicado originalmente por
SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección:
http://www.sinembargo.mx/opinion/12-11-2012/10654.
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