Mientras que en la derecha política el terreno se ha
simplificado, a la izquierda le han brotado ramificaciones.
El EZLN ha
regresado a la escena pública luego de varios años de un ostracismo deliberado
y Morena ha comenzado el procedimiento para afiliar militantes y convertirse en
partido político. Súbitamente, la arena pública tiene tres fuerzas políticas de
izquierda. No es casual. Como cualquier otro organismo vivo, la sociedad genera
los anticuerpos que podría necesitar frente a una posible amenaza. Y esta
amenaza son los temores que inspira el regreso del PRI. Peña Nieto ha jurado a
diestra y siniestra su vocación modernizadora y democrática, y sus discursos
están sembrados de conceptos que rara vez se le escuchó como gobernador del
Edomex: derechos humanos, sociedad participante, equidad social. Pero, más allá
de la luna de miel propia de todo inicio de gobierno, buena parte de la
sociedad aún no se compra el discurso.
En cierta forma la multiplicación de opciones de izquierda es un reflejo
opuesto a la disminución de opciones de derecha. Alguien dirá que la
multiplicación de actores de la izquierda no es signo de fortaleza sino de
debilidad, pues supone una fragmentación. Particularmente si las tres corrientes
antagonizan entre sí. Y más de algún detractor afirmará que de las tres no se
hace una.
Yo pienso que las tres son necesarias.
Para empezar, en efecto son la
única oposición real, pese a todas las limitaciones que se les pueda endilgar
(y muchas de ellas ganadas a pulso).
El PAN está demasiado debilitado para
constituir una oposición significativa. La verdadera resistencia: el boicot
parlamentario, la protesta organizada en redes, las movilizaciones en la calle,
procederán de la izquierda.
Todavía es pronto para saber cual va a ser la línea
de acción del EZLN durante el sexenio de Peña Nieto. Los comunicados del
Subcomandante Marcos son aún demasiado esotéricos para desprender una
estrategia concreta. Pero no dejan duda de que el movimiento zapatista quiere
convertirse en un actor político. Para algunos jóvenes críticos del status quo
y que desconfían de los partidos orgánicos, las convocatorias que se lancen
desde la Selva Lacandona pueden ser una vía para expresarse políticamente.
Por
su parte, las relaciones entre Morena y PRD (con todo respeto, nunca he creído
que PT y Convergencia sean algo más que membretes institucionales) serán un
tema delicado a lo largo de los próximos años. Pero me parece que las dos vías
son válidas y se necesitan.
Una izquierda moderada capaz de influir en los
procesos legislativos e introducir temas en la agenda oficial es necesaria en
una sociedad que aspira a la democracia. Pero también necesitamos un partido
radical, capaz de salir a la calle y de elevar la factura política a las élites
que gobiernan cada que estás sucumban a las tentaciones autoritarias. Y creo
que habrá muchas de esas tentaciones.
El gran riesgo de tener varias opciones
en la izquierda es que las distintas corrientes se rompan la cara unas a otras.
Desde luego que es de esperar una rivalidad política, toda vez que compiten por
militantes que simpatizan con la agenda de la izquierda.
En momento
electorales, incluso, Morena y PRD se disputarán los votantes de este sector
ideológico. Pero una cosa es competir en el mismo mercado político y otra
canibalizarse.
La izquierda tiene la preocupante tendencia a considerar que el
enemigo frontal está en su misma trinchera y actúa en consecuencia.
El propio
Marcos ha sido particularmente crítico en contra de López Obrador y del PRD, en ocasiones con mayor severidad en
el trato hacia éstos que hacia el PRI. Y, por su parte, la inclinación de las
tribus perredistas y ex perredistas a tirarse mutuamente a la yugular ya es
legendaria.
Y con todo, me parece que la presencia de tres actores políticos
nacionales en la izquierda es una buena noticia. Ofrece tres motores distintos
para canalizar la contestación política frente al regreso del PRI. Con una
adecuada oposición, el entramado institucional ofrece su mejor versión. Sin una
buena oposición los sectores gobernantes confunden su mandato con el poder
absoluto y patrimonial. Y de eso al autoritarismo sólo hay un paso.
La calidad
y fuerza de la oposición es clave para la democracia. Y nos guste o no, en este
momento la única oposición real sólo puede proceder de la izquierda. ¿O no?
@jorgezepedap www.jorgezepeda.net
Este contenido ha sido publicado originalmente por
SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/09-01-2013/11819
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