Texto de Sanjuana Martínez para Sin embargo.
¿Veremos a Felipe Calderón sentado en el
banquillo de los acusados del Tribunal Penal Internacional? A partir del 1 de
diciembre, el señor Calderón perderá su investidura de jefe de Estado, una
patente de corso que ha funcionado a lo largo de la historia, como protección
para los mandatarios acusados de crímenes de guerra, lesa humanidad o
genocidio.
Hace un año, un grupo de mexicanos decidimos firmar una denuncia
contra Felipe Calderón ante el Tribunal Penal Internacional por crímenes contra
la humanidad cometidos durante su sexenio en el marco de su guerra contra el
narcotráfico que ha dejado alrededor de 100 mil muertos, 300 mil desaparecidos
y un millón y medio de desplazados.
Pues bien, el primer paso para hacer realidad la imagen
de Felipe Calderón sentando en el banquillo de los acusados del TPI acaba de
suceder: el Grupo de Trabajo de Naciones Unidas sobre Desapariciones Forzadas o
Involuntarias informó el pasado viernes que analiza 17 casos graves de
desaparición forzada cometidos por el Ejército, la Marina y las distintas
policías. En su 98 sesión general –celebrada del 31 de octubre al 9 de
noviembre en Ginebra, Suiza–, la ONU señala que estos 17 casos son urgentes y
deben ser atendidos de manera inmediata por el gobierno mexicano. Son
desapariciones forzadas, por tanto, son crímenes contra la humanidad
imprescriptibles, lo cual quiere decir que perseguirán a su autor intelectual
hasta la eternidad.
Felipe Calderón es además del autor intelectual, el Jefe
Supremo de las Fuerzas Armadas, por lo tanto tendrá que responder algún día por
sus crímenes. Los casos serán presentados en la sesión del Consejo de Derechos
Humanos de la ONU en marzo de 2013, es decir, cuando Calderón se encuentre en
su retiro dorado en algún país del mundo, pero las miradas estarán puestas
sobre él. El Estatuto de Roma es muy claro al respecto y establece que los
jefes de Estado deben de abstenerse de dar órdenes que pudieran implicar
violaciones al derecho internacional humanitario. También deben proteger a la
población civil, algo que Felipe Calderón ignoró completamente ante su escalada
de terror en su lucha encarnizada contra los cárteles de la droga.
Entre los
crímenes de guerra cometidos por Calderón figuran los relacionados con los
migrantes. En la querella de 700 páginas están incluidos los funcionarios de
migración que durante su sexenio se dedicaron a “vender” a los migrantes
centroamericanos al crimen organizado: más de 120 mil migrantes siguen
desaparecidos. Si Calderón no fue capaz de suspender su guerra ante el elevado
número de muertes, o bien de prevenir físicamente los estragos de violencia
ocasionados en la población civil, el riesgo de genocidio está latente. Y este
es el caso concreto que afecta a los migrantes centroamericanos, un auténtico
genocidio, cometido nada menos que por el Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas
de México. Los grandes crímenes de guerra de Felipe Calderón se centran
precisamente en las desapariciones forzadas.
¿Cuántos agentes del Estado han
participado en la desaparición de 300 mil personas durante su sexenio? La cifra
de 300 mil personas desaparecidas se basa en datos del Instituto Nacional de
Estadística y Geografía (INEGI), el Sistema Nacional de Seguridad Pública y el
último informe de la ONU, según ha declarado Marien Rivera, coordinadora del
área de seguridad del Centro de Investigación para el Desarrollo A.C. (CIDAC).
De acuerdo con datos de organizaciones no gubernamentales, el 40 por ciento de
las desapariciones fueron cometidas por Ejército, Marina o las distintas
policías.
Eso quiere decir que se transforman en desapariciones forzadas y 17
de estos casos paradigmáticos fueron ya aceptados por la ONU. La ONU no es el
único organismo internacional que ha denunciado los crímenes de guerra de
Felipe Calderón, también están los informes de Human Rights Watch, de Amnistía
Internacional y de una buena parte de las ONGs establecidas en México.
Hay que
incluir, en los crímenes de guerra de Felipe Calderón, el apartado necesario de
las ejecuciones extrajudiciales con exponentes tan claros y confesos como el
general Bibiano Villa y también la matanza indiscriminada de más de 30
defensores de derechos humanos y activistas.
Por último, a Felipe Calderón
también se le enjuiciará por los crímenes contra periodistas: más de 120
asesinados, 15 desaparecidos y cientos de agresiones a medios de comunicación,
ya que el 65 por ciento de los delitos los cometieron fuerzas del Estado. En el
proceso internacional que se sigue contra él, habrá un elemento muy importante:
la impunidad durante su sexenio que no permitió la tutela efectiva de la
justicia a favor de las víctimas ni la reparación. Particularmente, las Fuerzas
Armadas siguen gozando de impunidad gracias a una patente de corso llamada
fuero militar. Los soldados y marinos se convirtieron así, en una casta de
privilegiados por en cima de la ley, con cientos de crímenes en su haber,
fuerzas armadas con permiso de matar, robar, torturar, desaparecer.
El artículo
28 del Estatuto de Roma del Tribunal Penal Internacional señala plenamente la
responsabilidad de Calderón: “El jefe militar o el que actúe efectivamente como
jefe militar será penalmente responsable por los crímenes de la competencia de
la Corte que hubieren sido cometidos por fuerzas bajo su mando y control
efectivo, o su autoridad y control efectivo, según sea el caso, en razón de no
haber ejercido un control apropiado sobre esas fuerzas cuando: Hubiere sabido
o, en razón de las circunstancias del momento, hubiere debido saber que las
fuerzas estaban cometiendo esos crímenes o se proponían cometerlos; y no
hubiere adoptado todas las medidas necesarias y razonables a su alcance para
prevenir o reprimir su comisión o para poner el asunto en conocimiento de las
autoridades competentes a los efectos de su investigación y enjuiciamiento”.
Por tanto, los crímenes de guerra de Felipe Calderón guardan relación con las
actividades bajo su mando y control efectivo. El Ejecutivo fue testigo perenne
del sufrimiento ocasionado por sus decisiones de Estado y permaneció indolente
ante el cúmulo de delitos cometidos contra su pueblo. No previno ni reprimió la
comisión de estos delitos. No atendió las demandas de justicia por los crímenes
cometidos por sus Fuerzas Armadas. No escuchó las súplicas de las víctimas
torturadas; ni los gritos de auxilio de las poblaciones desplazadas bajo el
asedio del crimen organizado, el Ejército y la Marina. No quiso ver las
desapariciones forzadas, ni los menores obligados a convertirse en
sicarios. No observó los Centros
Clandestinos de Detención con cientos de detenidos-desaparecidos, ni los miles
de inocentes en las cárceles sin debido proceso. No consideró atender los
asesinatos en centros de rehabilitación, el aumento de los feminicidios, la
trata de mujeres y niñas. No redujo los ataques contra la población civil…
Los
crímenes de guerra de Felipe Calderón son imprescriptibles y lo perseguirán
hasta el final de sus días. El banquillo de los acusados en el Tribunal Penal
Internacional lo espera.
Este contenido ha sido publicado originalmente por
SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección:
http://www.sinembargo.mx/opinion/12-11-2012/10649.
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