sábado, 10 de noviembre de 2012

Hanns Scharff, el amable interrogador nazi

Hanns ScharffUn interrogador de la Luftwaffe, la fuerza aérea alemana, se destacó por usar la persuasión en lugar del castigo para lograr la colaboración de pilotos aliados prisioneros en la Segunda Guerra Mundial. 

Según el historiador Julian Putwoski, fue el primero que sistematizó la amabilidad como método para obtener información, una técnica todavía vigente para interrogadores como el exagente del FBI Ali Soufan (este domingo publicaremos la historia de cómo Soufan consiguió la confesión del chofer de Bin Laden).
Durante la guerra, muchos pilotos aliados –o terrorfliegers, como los llamaban los nazis– capturados en territorio alemán fueron llevados a Dulag Luft, un campo de detención de prisioneros de guerra y unidad de interrogatorios de la Luftwaffe cerca de la ciudad de Oberursel. 


Allí eran confinados en celdas de aislamiento. A pesar de las recomendaciones de la Convención de Ginebra, les esperaba un trato duro. Podían enfrentarse a que les arrancaran las uñas.
Pero los pilotos se sorprendían al encontrarse al Obergefreiter (rango del ejército alemán) Hanns Scharff, que hablaba un inglés fluido gracias a su experiencia como empresario en Sudáfrica antes de la guerra. 

Interrogador autodidacta, Scharff usaba la conversación amable en lugar del castigo físico para lograr que los prisioneros aliados revelaran algo más que los habituales nombre, rango y número de serie.

Comenzaba siempre haciendo sus deberes meticulosamente: antes de empezar una sesión de interrogatorio, revisaba toda la información disponible, y se familiarizaba con las circunstancias personales y de servicio del piloto en cuestión.

"Una araña que espera en la tela"

El método Scharff, si puede llamarse así, se basaba en la premisa inicial de que era mejor cooperar con la Luftwaffe en lugar de ser tratado como espía y entregado a la Gestapo, la policía secreta. 

Aunque algunos prisioneros mantuvieron la boca cerrada, Scharff se rehusó con firmeza a la coerción física.
"Yo era como la araña sentada en su tela, con todo los elementos que podía utilizar a la mano, excepto la brutalidad"
Hanns Scharff, interrogador de la fuerza aérea nazi

En lugar de tenazas para arrancar información, Scharff obtenía lo que él y sus superiores querían jugando con la sensación de aislamiento del cautivo y con su inseguridad psicológica.

Cuidadosamente, iba desplegando los pequeños fragmentos de información que había aprendido previamente, y así creaba la ilusión de que ya lo sabía todo sobre las actividades del piloto.

Así, el prisionero podía revelar secretos militares incluso sin darse cuenta.

"Yo era como la araña sentada en su tela, con todo los elementos que podía utilizar a la mano, excepto la brutalidad", decía Hanns Scharff, como recoge el documental radiofónico "Interrogadores sin tenazas" realizado por Julian Putwoski y emitido en BBC Radio 4.

Según el relato de quienes fueron interrogados por Scharff, el oficial alemán le daba la vuelta a la relación normalmente hostil entre interrogador e interrogado, y conducía sus sesiones con paciencia y suavidad.

Paseos al zoológico

Prisioneros en la Segunda Guerra Mundial

Los pilotos aliados eran interrogados en un campo de prisioneros de guerra de la fuerza aérea alemana. 

Incluso aparentaba ser el mejor amigo de sus interrogados y organizaba actividades especiales fuera del campo de prisioneros.

Una vez, permitió a uno de los aliados pilotar un caza alemán. También se aseguraba de que los retenidos compartieran las abundantes comidas de los pilotos alemanes, que recibieran tratamiento médico y que visitaran el zoológico local.

Después de comprometerse a no hacer ningún intento de escapar, los prisioneros podían realizar paseos por los bosques de Oberursel, con Scharff como acompañante y guía.

Deambulando entre esos senderos al aire libre, conversaban sobre la flora y la fauna, o sobre otros temas ligeros, como por ejemplo, las costumbres sociales de estadounidenses y británicos.

El libro de visitas del buen interrogador

Los exprisioneros no recuerdan haber discutido nada que tuviera alguna relevancia militar con Scharff, pero en realidad, el alemán estaba todo el tiempo dirigiendo un informal pero sistemático interrogatorio y recolectando información útil de inteligencia.

Los interrogados llegaban incluso a revelar sin darse cuenta detalles sobre regímenes de entrenamiento, planes de operaciones, datos sobre armas, bombas, capacidad aérea, maniobras tácticas, indicativos y frecuencias de radiocomunicaciones.

Y antes de partir con destino a otros campos de prisioneros, además, firmaban voluntariamente el libro de visitas del interrogador.

Allí expresaban que se habían sentido tratados de manera profesional y hospitalaria.
Scharff, por su parte, afirmaba que haciéndose amigo de los prisioneros de guerra podía obtener información de 90% de ellos.

Esta era una afirmación audaz, pero lo cierto es que Scharff era un muy buen interrogador.

Clases de "buenas prácticas" de interrogatorio

Prisioneros en la cárcel de Guantánamo

Las polémicas "técnicas mejoradas de interrogatorio" se usaron en Guantánamo, Abu Ghraib y las cárceles secretas de la CIA. 

Después de la guerra, se instaló en Nueva York y pronto comenzó a asesorar al Pentágono.

En la década de 1950, apareció en diarios y revistas como "maestro interrogador", sus antiguos enemigos se volvieron sus amigos y los exprisioneros de guerra comenzaron a recibirlo de buen agrado en sus reuniones.

Pero las actividades de Scharff en Estados Unidos también incluyeron informes para la fuerza aérea de Estados Unidos, y clases de técnicas no coercitivas de interrogatorio para agencias de seguridad e inteligencia.

El "amable interrogador" murió en California hace 20 años, pero su legado sigue vigente.

Su nombre no fue citado en el debate público sobre la moralidad de las llamadas "técnicas mejoradas de interrogatorio" autorizadas por el presidente estadounidense George W. Bush e infligidas a los supuestos terroristas detenidos en la cárcel de Abu Ghraib, en Guantánamo y en los centros secretos de detención de la CIA.

Sin embargo, en la actualidad algunos interrogadores estadounidenses como Ali Soufan, que critican la eficacia de las técnicas utilizadas en la guerra contra el terrorismo, han revivido el interés en la experiencia de Scharff en la Segunda Guerra Mundial.

El domingo publicaremos la segunda parte de esta historia, en la que Ali Soufan relata cómo obtuvo la confesión del chofer de Osama bin Laden.

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