Comentario de neo.xzkyer0: Esto es lo chido de "vivir mejor"
Por: La Redacción
En: Proceso
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La ausencia del Lazca desató en las últimas semanas una serie de
reacomodos al interior de Los Zetas y el desplazamiento de Los
Caballeros Templarios hacia el noreste del país, para disputarle las
plazas a esa organización que hoy lidera Miguel Ángel Treviño Morales. Y
mientras el exgobernador de Coahuila Humberto Moreira sostiene que el
asesinato de su hijo José Eduardo es una venganza del Z-40, éste
comienza a confrontarse con sus propios aliados.
SALTILLO, COAH.
(Proceso).- – “El procurador de Coahuila me dijo que el asesinato de mi
hijo fue una venganza por matar al sobrino del Z 40”, dijo enfático el
exgobernador Humberto Moreira el jueves 25 en una entrevista
radiofónica.
Y se soltó: la sola captura de los asesinos
materiales no resuelve el crimen. Ahora el poder del Estado mexicano
está comprometido hasta que se capture a Miguel Ángel Treviño Morales,
quien es el virtual líder de Los Zetas desde que elementos de la
Secretaría de la Marina Armada de México (Semar) abatieron el domingo 7 a
Heriberto Lazcano Lazcano, El Lazca, en un campo de beisbol en
Progreso.
“Esto no lo puedo aguantar. Yo no me había doblado, pero
que maten a mi hijo, eso no se puede aguantar. A mi hijo lo mataron en
venganza por el asesinato del sobrino del Z 40. Eso está claro”, reiteró
Moreira.
El crimen de José Eduardo Moreira desencadenó una serie
de acontecimientos en la entidad, sobre todo porque ocurrió en medio del
proceso de reconfiguración de la organización criminal que ahora
encabeza Treviño Morales. A las autoridades les preocupa que, ante la
caída del Lazca, los grupos que operan en el noreste se lancen contra
Treviño Morales.
Según la Semar, cuyos elementos siguen los pasos
del Z-40, el capo podría ser blanco del “fuego amigo” por parte de
algunos zetas que se molestaron cuando uno de los hermanos de Miguel
Ángel, José Treviño Morales, fue detenido Estados Unidos en junio pasado
acusado de lavado de dinero a través de las empresas Tremor
Enterprises, Tremor Enterprises LLC, Zule Farms y 66 Land LLC. A los
sicarios les irritó saber que usaban los fondos de la organización
criminal para beneficio personal.
Desde principios de mes se
inició la guerra contra El Z-40. En Monterrey, Nuevo León, aparecieron
varias narcomantas firmadas por Los Caballeros Templarios, un grupo que
hasta entonces no operaba en la capital regiomontana, según admitió el
vocero del Consejo de Seguridad estatal, Jorge Domene. “Sabemos que
todos estos acontecimientos son consecuencia de la caída del señor
Lazcano”, precisó el funcionario.
Esa misma organización colocó otras mantas en Guerrero, Guanajuato y Michoacán con un mensaje explícito al Z-40:
“A
todos los aliados e integrantes de Los Zetas, en especial a Miguel
Ángel Treviño, el Z-40, que se te olvidó toda la sangre de inocentes que
han derramado, realizando ataques en lugares públicos, entre otras
cosas, todo por su ambición, avaricia y hambre de poder, el cual quiere
conseguir pasando por encima del pueblo” (sic).
La muerte del
Lazca provocó dudas y versiones contradictorias entre las autoridades
federales y estatales, una en particular según la cual El Lazca fue
“puesto” por miembros de su propio grupo.
Ese día, una llamada
anónima alertó a los marinos sobre la presencia del Lazca en un campo de
beisbol en Progreso. Quien la hizo dio detalles sobre el vehículo en el
que iba el capo acompañado de varios pistoleros armados: una camioneta
Ford Ranger blanca de doble cabina.
En conferencia de prensa, el
procurador estatal, Homero Ramos Gloria, confirmó después que la Semar
recibió datos precisos sobre la camioneta: “Al llegar a un parque de
beisbol que se encuentra en las inmediaciones (los marinos) observaron
sujetos en actitud sospechosa que circulaban en un vehículo cuyas
características son similares a las del que previamente había sido
reportado”.
Dijo que en el operativo de los marinos murió el
conductor de la camioneta. Un segundo hombre –El Lazca– descendió de la
unidad e intentó huir, pero fue alcanzado por las balas de los marinos,
quienes estaban a 300 metros de distancia.
La presencia del capo era un secreto a voces en el poblado de Sabinas, donde, según los lugareños, tenía comprada a la policía.
En
la entrevista radiofónica, Humberto Moreira insistió que Heriberto
Lazcano residía en Progreso, pues se había convertido en un “empresario”
minero. “Ese es el nuevo negocio del narco en Coahuila”, subrayó el
exgobernador.
E insistió: “Se debe investigar a los nuevos mineros
de la región carbonífera de Coahuila. Hay empresarios que le compran el
carbón a los narcotraficantes”.
Y lanzó la acusación: Los
“narcoempresarios” que hacen negocios con la delincuencia organizada
también son corresponsables de la muerte de José Eduardo.
Un
funcionario estatal, quien pidió omitir su nombre, asegura que las
autoridades federales sabían desde principios de año que Lazcano se
movía como pez en el agua en el circuito Monclova, Sabinas, Piedras
Negras. Incluso, según él, la madrugada del 22 de abril, cuando la Banda
Jerez amenizaba una fiesta en el Centro de Eventos de la Sección 38 del
SNTE, realizaron un operativo en Monclova para capturarlo.
Alrededor
de la 1:30, cuando el convivio estaba en su apogeo, 300 efectivos del
Ejército y de la Semar irrumpieron en el local, mientras un helicóptero
sobrevolaba la zona. Detuvieron a 100 personas y a 17 integrantes de la
banda. Los militares aseguraron varios vehículos y armas de fuego, pero
El Lazca escapó, indica la fuente.
La Banda Jerez emitió un
comunicado que anunciaba el concierto del 21 de abril, al que incluso
acudieron muchas familias con niños a disfrutar de su música, cuando
“sorpresivamente arribaron al lugar efectivos del Ejército, los cuales
se llevaron a 17 integrantes de la banda junto con meseros del evento y
los trasladaron a las instalaciones de la PGR”.
Tras rendir su
declaración, decía el comunicado, “nos dejaron libres tras cerciorarse
de que no había delito que perseguir”. La Banda Jerez insistió en que no
tenía ninguna relación con el capo, aunque sus integrantes admitieron
que el 2 de febrero último, durante los festejos de la Patrona de
Pachuca, Hidalgo, tocaron en la iglesia que El Lazca mandó construir.
Ahí, comentaron, interpretaron un corrido dirigido al capo cuya letra
dice: “Utilizando estrategia al enemigo encarar y al gobierno darle
guerra… Nunca lo verán correr”.
La lucha por el noreste
La
cabeza de Miguel Ángel Treviño Morales es cada vez más codiciada en el
noreste. Además de Los Caballeros Templarios, en la región lo buscan los
sicarios del Chapo Guzmán, sobre todo en las tres principales plazas
tamaulipecas antaño controladas por Los Zetas: Nuevo Laredo, Ciudad
Victoria y Mante.
A su vez, la Semar continúa diezmando a la
organización en el norte de Coahuila. El domingo 14 capturó a Miguel
Ángel Rodríguez Díaz, alias El Metro Alfa, jefe regional para Piedras
Negras, Ciudad Acuña y Sabinas, donde operaba Alejandro Treviño Morales,
alias El Z-42 u Omar, por cuya captura las autoridades mexicanas
ofrecen 30 millones de pesos.
Las baterías de la Marina se centran
ahora en el Z-40, quien ha perdido eficacia al estar sobrexpuesto con
los acontecimientos de las últimas semanas. En el interior de la
Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) algunos mandos prevén una
división en el interior de la organización, toda vez que, dicen, El Z-40
carece de la experiencia militar del Lazca, lo que le permitió a él y a
sus allegados posicionar a Los Zetas como el segundo cártel del país.
El
Z-40 empezó a encumbrarse a partir de 2004, cuando fue jefe de sicarios
en Nuevo Laredo, luego ascendió a jefe de plaza y en 2007 fue
trasladado como responsable del grupo en Veracruz. La muerte y detención
de los fundadores del grupo le permitió escalar hasta llegar al segundo
puesto en la organización.
Él fue uno de los artífices del
posicionamiento del Cártel del Golfo-Zetas en Centroamérica, cuando
estuvo al mando de los sicarios que eliminaron a varios capos
regionales, entre ellos a Juan José León, alias Juancho, en marzo de
2008 en Guatemala.
De acuerdo con la Policía Nacional Civil de ese
país, Juancho fue emboscado por un grupo de pistoleros mexicanos cuando
se dirigía al balneario La Laguna, Río Hondo, en el departamento de
Zacapa. En el enfrentamiento cayeron Juancho y su grupo, así como el
mexicano Arturo Damián Casanova.
Tras la refriega, los uniformados
detuvieron a tres tamaulipecos: Roberto Rodríguez Cárdenas, de 28 años;
Luis Ernesto Lugo, de 21 años, y Roberto de León Gómez, quienes
confesaron pertenecer a Los Zetas y estar al servicio del Cártel del
Golfo.
Uno de los sicarios que participó en la emboscada fue
Daniel de Jesús Elizondo Ramírez, alias El Loco, quien posteriormente
escaló en la organización hasta llegar a ser el jefe de la estratégica
plaza de Cadereyta, Nuevo León, hasta que fue detenido por tropas de la
Sedena el 18 de mayo último. Según las autoridades, fue él quien arrojó
los 49 cadáveres descuartizados en una carretera de Cadereyta la
madrugada del 13 de mayo pasado.
Elizondo Ramírez declaró a los
militares que El Z-40 encabezó el grupo de sicarios que ejecutó a
Juancho en Guatemala en marzo de 2008.
Las pugnas internas
Las
desavenencias en el interior de Los Zetas comenzaron precisamente
después de los sucesos de Guatemala, en los que murió Arturo Damián
Casanova. Iván Vázquez Caballero, alias El Talibán, acusó al Z-40 de esa
muerte y de haber entregado a las autoridades a varios jefes
regionales, como El Hummer, Enrique Rejón Aguilar, El Mamito, y El
Tatanka para quedarse al frente de la organización.
Los ataques
contra El Z-40 se avivaron en las últimas semanas, cuando aparecieron en
Nuevo Laredo varias narcomantas en las que se acusaba al Z-40 de
entregar a las autoridades al Talibán y a Mauricio Ramírez Tamez, alias
El Diamante, este último detenido el miércoles 10.
Días después,
un grupo de zetas decidió abandonar la organización para crear el nuevo
cártel de Los Legionarios, lo que representa el primer revés para Miguel
Ángel Treviño Morales: “Los Legionarios somos un grupo de zetas
renegados que fuimos traicionados por Z-40”, según la proclama del nuevo
grupo.
Sus integrantes relatan que estuvieron bajo las órdenes de
El Talibán, El Mamito, uno de los fundadores de Los Zetas, y otro
comandante al que apodan El Pegui, quienes, aseguran, fueron
traicionados por Treviño Morales y entregados a la Policía Federal.
“Los
Legionarios tenemos claramente la orden de exterminar sólo a la gente
de Los Zetas y familias… OJO X OJO”, decía la proclama de Los
Legionarios, quienes aseguran que tienen bases en San Luis Potosí,
Zacatecas, Monterrey y Nuevo Laredo. “Nuestro negocio es el
narcotráfico, sólo y exclusivamente, respetamos a las fuerzas federales y
la lucha que hacen para terminar con el narco”, concluye el texto.
Según
ellos, ya eliminaron a ocho “lacras” e insisten en que terminarán con
la gente del Z-40, así como a los policías federales que lo protegen.
De
acuerdo con un oficial de la IV Región Militar consultado por Proceso,
las pugnas intestinas se intensificaron tras la captura de José Treviño
Morales y su esposa en Oklahoma, quienes usaban los fondos de la
organización para beneficio personal.
El periodista británico Ioan
Grillo, autor del libro El narco, sostiene que es predecible una
agudización de la narcoguerra por la división de Los Zetas.
“La
ruptura podría generar violencia extrema pues ellos controlan 17
estados, tienen muchas células, mucha gente y gran armamento. Cuando se
fracturan los cárteles hay más violencia. Así pasó cuando se dividió el
cártel del Chapo Guzmán y cuando Los Zetas se escindieron del Cártel del
Golfo”, comenta a Proceso.
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