Nota de La Jornada.
La enorme piedra tallada por los mayas alrededor del año 669
de nuestra era en el sureste de México, que tanto sobresalta a parte de la
humanidad por una supuesta profecía del fin del mundo en diciembre próximo,
relata en realidad la vida y las batallas de un gobernante.
No hay un registro sobre el hallazgo del Monumento 6,
explica Romero, experto en El Tortuguero y una de las voces autorizadas para
hablar de la historia de ésta y otras piezas que se exhiben en el Museo
Regional de Antropología Carlos Pellicer Cámara, de Villahermosa, capital de
Tabasco.
Esta piedra, que tenía forma de T, pero fue fragmentada y
ahora está incompleta, fue rescatada en 1958 junto con otras piezas
arqueológicas de El Tortuguero, localizado en una cantera y cuyas históricas
piedras se utilizaron por décadas en la construcción de casas y carreteras.
No estaba completa, tenemos cuatro fragmentos y faltan
varios. En el Museo Metropolitano de Nueva York hay uno y otras dos en una
colección privada de Boston. El fragmento del lado derecho está desaparecido,
añade Romero.
Las primeras publicaciones sobre el significado de la Estela
6 fueron realizadas por un epigrafista alemán en 1978 y desde entonces ha sido
estudiada, junto con otras piezas de El Tortuguero, por expertos del mundo, los
cuales coinciden en señalar que la fecha es 23 y no 21 de diciembre como se
afirma comercialmente.
“La última inscripción corresponde al 23 de diciembre de
2012, pero el tema central del Monumento 6 no es la la fecha ni profecías ni el
fin del mundo. Es la historia de Balam Ahau (o Bahlam Ajaw), que fue un
‘sagrado señor’ de El Tortuguero”, asegura Romero.
El epigrafista e historiador mexicano Érick Velásquez
detalla que el 23 de diciembre al que hace referencia la estela tiene que ver
con el rito de renovación del universo una vez concluido un ciclo iniciado el
13 de agosto del año 3114 aC.
“Esto habla sólo de que se completaron 13 baak t’uunes
(unidad de tiempo equivalente a 144 mil días), pero de ningún modo es el fin de
la ‘cuenta larga’, del calendario maya, que es infinita. Inicia un nuevo ciclo,
eso es todo”, añadió al explicar que los mayas medían el tiempo de forma lineal
y cíclica.
Tanto Romero como Velásquez coinciden en que la idea de un
fin del mundo en medio de catástrofes naturales es un concepto judeo-cristiano
y aunque los mayas sí hicieron profecías, eran a corto plazo y estaban
relacionadas con asuntos cotidianos como las lluvias, la sequía, las cosechas o
la pesca.
Romero subraya que el antropólogo David Stuart fue de los
primeros en evocar en 2006 que el Monumento 6 podría ser algún tipo de
profecía. “El mismo Stuart ha dicho: ‘me siento un poco culpable de esta
situación”’, dice el arqueólogo.
Velásquez le resta importancia a estas visiones
catastróficas, ya que provienen de la interpretación dada a una sola de entre
más de cinco mil estelas de la cultura maya que se han estudiado, además de que
existen otras que evocan fechas hasta el año 7 mil de nuestra era.
Los mayas en México tuvieron presencia en Tabasco, Chiapas,
Yucatán, Campeche y Quintana Roo, donde existen vestigios arqueológicos que
testimonian su alto desarrollo en la ciencia, la cultura y la astronomía.
También hay vestigios de esa civilización en Guatemala y
Honduras, así como en Belice y El Salvador.
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