La reforma laboral ha puesto a cada
quien en su lugar, pero sobre todo a los empresarios mexicanos. Son incapaces
de mirar más allá de sus narices y sentir más arriba de sus bolsillos. El
outsoursing, el empleo temporal y los trabajos por horas, sólo han generado
disminución del salario donde se han aplicado, incluso en Estados Unidos. El impacto
de esas reformas es tan pernicioso que en España se conceden incentivos
fiscales al patrón que genera contratos indefinidos. Y en Alemania el resultado
fue la transformación de puestos indefinidos en temporales, llamados Mini-Jobs,
con salarios de unos 500 dólares mensuales (unos 200 pesos diarios).
Fue una
reducción promedio del 40% de los salarios comparados con los trabajos de
planta que ganan más de $350 pesos mexicanos diarios en los más bajos puestos.
Allá el problema es la altísima tasa de desempleo y un alta capacidad de compra
de los ocupados, de tal suerte que la estrategia gubernamental es aumentar el
número de trabajadores sin incrementar el efectivo circulante para mantener
controlada la inflación. Es una política de bajos salarios y más empleos, así
lo dicen abiertamente, así lo planearon y lo ejecutaron, y los empresarios
crearon más empleos, los obreros de nueva contratación aceptaron menos sueldo,
y el gobierno otorgo estímulos fiscales a los que participaron en el programa.
Son políticas planeadas con pleno respeto del Estado de Derecho, con medidas de
indicadores y en una sociedad donde los trabajadores en su mayoría tienen casa,
transporte, educación y seguridad social derivada de la eficaz recaudación de
impuestos; países donde el empleo informal es casi inexistente, lo que
significa que todo mundo paga impuestos. Esta explicación no significa que yo
esté de acuerdo en esas medidas, sino que sólo la explico para entender las
reformas europeas, la inspiración para los empresarios mexicanos que presionan
y cabildean con el gobierno para aplicarlas sin prever el resultado final de
tales reformas. Aquí no se requiere una política de bajos salarios, los mínimos
de ley son los más bajos de América continental, incluso más bajos que en
Honduras y Bolivia. No enfrentamos una situación de desocupación rampante:
tenemos menos de 10 dígitos, España más del 20%. No tenemos un problema de
circulante desatado por los altos sueldos, al contrario un problema de escaso
mercado por falta de compradores de calidad. El empleo informal allá es
prácticamente inexistente y todos pagan impuestos. El porcentaje de población
cercano a la línea de pobreza es del 7% (antes era de 4%). En México, debido a
los bajos salarios, los trabajadores prefieren el empleo informal que les
produce más dinero “contante y sonante” y se evaden gran cantidad de impuestos.
Somos un país con casi el 25% de empleo informal, con un gran mercado que no
paga impuestos, con más de la mitad de los habitantes por debajo o muy cerca a
la línea de pobreza. Lo dicho que cualquier asesor empresarial medianamente
informado sabe a ciencia cierta, debió generar otro diagnostico. Lo que los
patrones mexicanos necesitan, es otra medicina para aprovechar las debilidades
de sus competidores globalizados. Pero parece que pensar estratégicamente no va
con ellos, sólo ganar, ganar y ganar, hoy, hoy, hoy como diría un candidato de
triste memoria. Ambiciosos por la utilidad inmediata, se suben al avión de las
contrarreformas europeas para pagar menos salarios, despedir fácilmente a sus
empleados y tener ventaja en los juicios y en el furor de la ignominia
presionan a los parlamentarios para que mantengan el régimen de impunidad a los
líderes sindicales que los extorsionan a ellos mismos, en una especie de síndrome
Estocolmo a nivel colectivo. Es claro que estas reformas van a fortalecer el
círculo vicioso de bajos salarios–menos mercado–menos empleos formales–menos
impuestos–más pobreza. Y mientras se
mantenga ese círculo vicioso que al final produce o mantiene altos niveles de
pobreza, nadie gana en este país, porque un país de pobres es un país de
empresarios pobres aunque algunos sean supermillonarios. Qué va a pasar en lo
inmediato: los patrones mezquinos van a abusar de las nuevas facilidades y la
convicción de indefensión entre los trabajadores va a crecer, y la pérdida de
la esperanza colectiva es muy grave para una sociedad, porque es yesca lista
para el incendio, es una ofensa mas que se añade al agravio de las elecciones,
y a la profunda tristeza de la guerra que demuestra a los supervivientes que la
muerte no es nada y que esta a la vuelta de cualquier esquina. Me parece que
ese no es el mejor panorama para una nueva generación de mexicanos que además
van a vivir en un mundo cada vez más contaminado y mas deprimido. Sólo quienes
le apuestan a la revolución tienen los ojos brillantes pues son claramente las
condiciones objetivas de que hablaba Lenin.
Este contenido ha sido publicado originalmente por
SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/13-11-2012/10665
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