Por: Sanjuana Martínez para Sin embargo.
La clase política mexicana no deja de tratar a los
ciudadanos como menores de edad, por no decir, como personas desinformadas, sin
memoria. Aparentemente siguen considerando que la mayoría somos seres no
pensantes. Esa es la única explicación que encuentro para el anuncio a bombo y
platillo que hizo Enrique Peña Nieto sobre la creación de la Comisión Nacional
Anticorrupción, propuesta por dos de los partidos más corruptos de México, el
PRI y el Partido Verde Ecologista, para prevenir, investigar y sancionar los
actos de corrupción en materia administrativa. La mayoría de los políticos
siguen sin respetar a los ciudadanos.
En México, cualquier funcionario de quinta puede robar y
sabe que no le pasará nada, ya no digamos funcionarios de primer y segundo
nivel. Las denuncias de casos de corrupción de gobiernos priístas fueron
alarmantemente mayores que en otros años. Allí está como gran ejemplo el caso
del gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina, uno de los gobiernos más
corruptos en la historia de ese estado, que actualmente se encuentra
empantanado de casos de corrupción denunciados en la prensa; desde robo
multimillonario de placas, hasta proveedores y empresas fantasmas con miles de
millones de pesos destinados a los bolsillos de funcionarios. Ningún culpable
ha sido condenado, ni siquiera investigados.
Al final, el botín del dinero
público se lo reparten entre todos y por eso unos y otros se tapan bajo la
mirada cómplice del poder judicial. La impunidad es la constante. “A mi no me
des, ponme donde hay”, repetía un funcionario del tristemente célebre por su
corrupción encubierta de quesos, el ex alcalde panista Fernando Larrazabal. El
PAN es una mala copia del PRI también en esto de la corrupción, al igual que el
PRD. Los ejemplos de gobiernos priístas corruptos como el de Rodrigo Medina
abundan: Egidio Torre en Tamaulipas, Javier Duarte en Veracruz, los Moreira en
Coahuila, Eruviel Ávila en el Estado de México, César Duarte de Chihuahua,
Roberto Borge Angulo de Quintana Roo, Andrés Granier de Tabasco, Roberto
Sandoval en Nayarit, Fernando Toranzo de San Luis Potosi y Fausto Vallejo en
Michoacán, entre otros. Todos con casos multimillonarios de desvío de caudales
públicos anteriores o actuales. ¿Hará algo la Comisión Nacional Anticorrupción
del señor Peña contra sus propios gobernadores?… Lo dudo, porque el perfil del
próximo inquilino de Los Pinos tampoco ayuda mucho a la verosimilitud de su
propuesta. Recordemos el entorno del que proviene.
El gran operador de Enrique
Peña Nieto es quien lo llevó al poder: su padrino, Carlos Salinas de Gortari,
un hombre que efectivamente no está catalogado como una “blanca palomita” en
cuestiones de honestidad. Enriquecido él y sus próximas 30 generaciones, el
señor Salinas de Gortari representa lo más podrido del sistema político
mexicano. ¿Hará algo la Comisión Nacional Anticorrupción del señor Peña contra
su principal operador, Salinas de Gortari? Otro de los grandes referentes
políticos del señor Peña es su tío Arturo Montiel, un hombre que entre sus
cualidades no está precisamente la decencia. Se enriqueció a manos llenas,
aumentó considerablemente sus cuentas bancarias, su patrimonio y el de los
suyos; tanto, que no tendrán necesidad de volver a trabajar hasta dentro de
medio siglo. ¿Hará algo la Comisión Nacional Anticorrupción contra su propio
tío que le heredó el poder y las fortunas de muy distinta índole?
Entre los
maestros políticos del señor Peña hay que incluir a los honorables líderes
sindicales: Elba Esther Gordillo, Carlos Romero Deschamps, Joaquín Gamboa
Pascoe, Francisco Hernández Juárez, Napoleón Gomez Urrutia y tantos otros, que
se han enriquecido impunemente y que gozan de puestos vitalicios y patentes de
corso que les permiten vivir por encima de la ley, amasando fortunas
ostentosas. ¿Intervendrá la Comisión Nacional Anticorrupción contra sus líderes
charros, millonarios gracias a los empresarios charros y al propio sistema?
Pero si de corruptos se trata, uno de los primeros lugares se lo lleva el “Niño
Verde”; que ni es verde, ni niño: Jorge Emilio González Martínez líder del
Partido Verde Ecologista, un joven convertido en millonario gracias al erario
público. Sus corruptelas son tan visiblemente públicas, como la impunidad que
le permite vivir como Marajá. Y como en México el surrealismo es el
costumbrismo diario, fue precisamente el partido del “Niño Verde” quien propuso
junto al PRI, la Comisión Nacional Anticorrupción… ¡Insólito!… ¡Cuánta
honestidad!…
La pregunta es directa: ¿Investigará esta Comisión las cuentas
bancarias, propiedades y negocios del “Niño Verde” y los suyos? La lista de
políticos y funcionarios corruptos es tan amplia que difícilmente podrán ser citados
en un espacio como este, pero los nombres más famosos están a la vista de
todos: Ulises Ruiz, Mario Marín, Fidel Herrera, Tomás Yarrington, Miguel Ángel
Yunes… Hay políticos cuyas vidas son ostentosamente opulentas de manera
paralela al poder acumulado: Emilio Gamboa Patrón, Manlio Fabio Beltrones,
Eduardo Bours, Santiago Creel, Emilio Chuayfett, Jorge Madrazo, Ernesto
Zedillo, Vicente Fox, Jorge Hank Rhon, Martha Sahagún y sus hijos, la
telebancada que beneficia a Emilio Azcárraga, Francisco Labastida y tantos
otros. ¿Actuará la Comisión Nacional Anticorrupción contra ellos? Una Comisión
Nacional contra la Corrupción al estilo de una fiscalía especial será sólo un
adorno pueril si no cuenta con una verdadera autonomía e independencia, con un
Ministerio Público que investigue a cada uno de los corruptos, los procese y
condene. ¿Qué credibilidad puede tener una Comisión Anticorrupción si no
empieza por investigar a los suyos?… ¿Veremos algún día a los peces gordos
corruptos del sistema político mexicano, tras las rejas? Hechos, los mexicanos
necesitamos hechos, no palabras. Lo demás, es puro maquillaje.
Este contenido ha sido publicado originalmente por
SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección:
http://www.sinembargo.mx/opinion/19-11-2012/10781.
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