Nota de La Jornada.
El alto consumo de refrescos entre los mexicanos es
suficiente para aumentar en 60 por ciento su riesgo de obesidad y diabetes,
enfermedad que se ubica como la principal causa de amputaciones y ceguera entre
la población económicamente activa y la principal causa de muerte en el país,
por lo que la Alianza por la Salud Alimentaria lanzó una campaña dirigida a
alertar sobre los graves efectos en la salud por el consumo de bebidas
azucaradas.
La campaña consiste en la difusión de tres carteles que
muestran imágenes de los efectos de estos padecimientos en paneles de las
estaciones Pantitlán, Cuatro Caminos, Indios Verdes, Tacubaya, Taxqueña y
Balderas, en los vagones 3, 5 y 7 de cada tren de las líneas 1, 2 y 3 del
Metro, así como en siete anuncios espectaculares que serán colocados en
diversas zonas de la ciudad durante dos meses.
En conferencia de prensa, integrantes de la alianza
demandaron un sistema de atención epidemiológica que permita identificar y dar
tratamiento a las personas con la enfermedad, particularmente niños, así como
la regulación de la publicidad de refrescos y comida chatarra, y el desarrollo
de etiquetados que realmente orienten a los consumidores.
El mexicano consume en promedio 163 litros de refrescos al
año, es decir, cerca de medio refresco al día, cantidad suficiente para
aumentar su riesgo de sobrepeso y obesidad en 60 por ciento y de diabetes en 25
por ciento.
Constanza Gómez, de la fundación Mídete, señaló que las
familias gastan uno de cada 10 pesos en refrescos. De acuerdo con la Encuesta
Nacional de Salud y Nutrición 2012, la diabetes diagnosticada creció 30 por
ciento en sólo seis años y durante la administración que concluye murió cerca
de medio millón de personas por este padecimiento.
Alejandro Calvillo, director de El Poder del Consumidor,
aseveró que en el portal www.actuaporlasalud.org, las personas podrán firmar
una solicitud para fijar un impuesto a los refrescos y destinar esos recursos a
introducir agua potable en bebederos en todo el país y para enfrentar los
costos asociados a los padecimientos derivados del sobrepeso y la obesidad.
Julieta Ponce, del Centro de Orientación Alimentaria,
denunció que los niños tienen los paladares secuestrados por el sabor de
productos con alto contenido de azúcar y sodio, y ello ha modificado sus
hábitos nutricionales pues sus papilas gustativas se acostumbran al sabor dulce
y les es difícil aceptar otros sabores, como el de las verduras.
Agregó que de acuerdo con un estudio que realizaron en Chilapa,
Guerrero, 40 por ciento de los recursos obtenidos por las familias
beneficiarias del programa Oportunidades era invertido en alcohol, refresco,
galletas y huevo, y lamentó que en tiendas Diconsa se ofrezcan productos con
alto contenido de azúcar, que no nutren a la población con mayores carencias
nutricionales.
Los activistas destacaron que no se trata de una campaña en
contra de las compañías refresqueras, sino en favor de la vida.
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