Algo que molestará más a Andrés Manuel López Obrador, que la aparición de Marcelo Ebrard, casi de la mano con Felipe Calderón, es que las muestras de afecto no surgieron al calor de la inauguración, de la llamada línea dorada del metro.
Seguramente provocará la rabia del tabasqueño cuando se revele –dentro de muy poco tiempo- que no había tal distanciamiento entre Marcelo Ebrard y Felipe calderón Hinojosa, al menos desde la segunda mitad del sexenio.
Que el apoyo del gobierno federal para sacar adelante la obra más importante del gobierno de Ebrard, no es de ayer ni de antier. Se trata de una negociación que viene, desde hace cuando menos tres años.
Sí como se ve, que mientras el jefe del Gobierno del Distrito Federal, por un lado fingía distanciamiento del todavía ocupante de Los Pinos, los equipos financieros de cada uno negociaban, con el aval de sus jefes, el apoyo para la obra, que por cierto, costó mucho más de lo presupuestado.
No cabe duda que Marcelo sacó provecho de la actitud del “Peje” de rechazo a Calderón. De paso aprovechó para decirle adiós al tabasqueño, con el que seguramente no volverá a aparecer nunca más en público.
Al tabasqueño no le queda otra más que tomar un buen té de tila, porque esas “sorpresas” suelen causar serios estragos al estómago. Está claro que el todavía jefe del Gobierno del Distrito Federal, negoció en lo oscurito con el panista abrió la puerta de Los Pinos para el regreso del PRI.
Héctor Moctezuma - Opinión EMET
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