Nota de Vértigo Político.
La intimidación en las escuelas surge cuando los niños
luchan por el liderazgo y miden fuerzas a través de gritos, desobediencia,
burla o insultos.
A través de juegos, cuentos, dibujos, música y charlas
amenas, la organización Save the Children apoya a los niños que asisten a nueve
escuelas de educación primaria ubicadas en el Centro Histórico de la Ciudad de
México, para prevenir y erradicar el acoso escolar.
En los talleres que se imparten una vez a la semana a grupos
de tercero y hasta sexto grado, se abordan aspectos como género, equidad,
erradicación del trabajo infantil, vida sin violencia y derechos de los niños.
"Empezamos en 2007 con el Programa ProNiño, cuyo
objetivo era evitar la explotación laboral infantil; es decir, apoyar a los
menores que trabajan en el comercio informal. Sin embargo, descubrimos que
existe un ambiente de violencia que redunda en su aprendizaje y calidad de vida",
dice Angélica Cervantes, coordinadora del programa en el Distrito Federal.
En los talleres lúdicos y dinámicos, menores de nueve a once
años utilizan todos sus sentidos e imaginación para apropiarse de herramientas
que les ayudan a identificar la violencia escolar e intrafamiliar, así como a
prevenirla y, en todo caso, defenderse, pero sin que su respuesta sea violenta.
Y no sólo menores: también padres de familia reciben apoyo,
pues la mayoría trabaja en la zona, ya sea en el comercio formal o informal.
El riesgo de que persista el acoso escolar, aunado a una
mala alimentación, trabajo infantil, carencia de recursos económicos y otros
factores como desintegración familiar o problemas de adicciones, puede generar
que niñas y niños sean excluidos del sistema educativo.
De acuerdo con el estudio Violencia y disciplina en escuelas
primarias y secundarias 2004-2005, del Instituto Nacional para la Evaluación de
la Educación (INEE), 24% de alumnos de primaria sufre burlas; 17% ha sido
lastimado por otros alumnos; 17% ha recibido amenazas de sus compañeros; y 19%
afirma haber participado en peleas en las que han dado golpes.
Escuchar y entender
La violencia surge cuando niñas y niños luchan por el poder
o por el liderazgo, midiendo fuerzas a través de gritos, desobediencia, burla
y/o insultos.
"Muchas veces la comunicación está deteriorada y el
concepto de autoridad no se conoce o está distorsionada. Nosotros les ayudamos
a entender las reglas que en muchas ocasiones ellos mismos establecen; se
trabaja en equipo; se instaura el liderazgo; y los profesores logran conducir a
su grupo con una autoridad genuina", comparte la coordinadora del programa
ProNiño.
Añade que "lo primero que aportamos es que a los niños
hay que escucharlos, hay que entenderlos, hay que darles lo que piden y
necesitan, en forma ordenada y con reglas. ¿Quiere jugar? Está bien, pero
primero que haga su tarea o actividades escolares y después viene lo que le
gusta".
Además, Save the Children trabaja con un grupo especial
denominado "Nueve-14", conformado por menores que tienen rezago
escolar y cursan su primaria en tres años.
Esta situación genera que sean segregados, violentados,
señalados y discriminados tanto por otros estudiantes como el personal docente
y/o sus familiares.
Pero esta condición es resultado de pobreza, o
desintegración familiar; y algunos pertenecen a grupos indígenas, como la
comunidad triqui. Este panorama, reconoce la especialista, "nos hizo
replantear los objetivos y trabajar a la par en el tema del trabajo infantil y
contra la violencia escolar; pero además conocer las condiciones en las que
viven en sus hogares. ¿Cómo decirles a los niños que hay que lavarse las manos
con agua y jabón, cuando viven en cuartos pequeños, en azoteas, donde no hay
baño, ni agua, sino que para asearse tienen que ir a baños comunitarios?",
expone Cervantes.
La fuerza de trabajo en México (datos de INEGI, 2010) es de
43.6 millones de personas, de las cuales 26.4 millones tienen un empleo
informal. Esto implica que 60.6% de los trabajadores del país no goza de ningún
tipo de protección social, de salud, de contratación u otras prestaciones.
Pocas oportunidades
Pero la violencia también se reproduce en otras localidades,
como en la delegación Iztapalapa, donde Luciana Esther Ramos Lira, ganadora del
Premio Nacional de Psiquiatría 2012, realizó una investigación sobre los
efectos de la violencia no sólo en la víctima, sino en los testigos, en la
familia y en la comunidad entera.
"Los actos violentos generan estrés postraumático en la
víctima y en los testigos; además, el abuso, ya sea físico, sexual o emocional,
no sólo conlleva síntomas traumáticos en los niños y adolescentes, sino que al
crecer tienen más riesgo de dependencia a sustancias nocivas y alcoholismo, o
depresión, entre otras enfermedades mentales", comenta la investigadora y
ex jefa del Departamento de Investigaciones Especiales del Instituto Nacional
de Psiquiatría (INP) Ramón de la Fuente.
Ramos describe que en un ambiente donde se presenta
violencia intrafamiliar, drogadicción, alcoholismo o violencia física, donde no
hay respeto a las figuras paternas ni a la autoridad, se genera una mayor
marginación, baja autoestima, ansiedad y depresión, pues no tienen acceso a la
escuela ni a un empleo formal, sino que son explotados laboralmente y resultan
más vulnerables a los abusos de cualquier tipo.
La especialista destaca que "no se puede intervenir
sólo con el individuo, sino que tiene que realizarse un programa integral,
donde participen las familias enteras, las comunidades completas; y esto
dependerá de programas sociales que emprendan las autoridades sanitarias,
educativas y laborales de todos los niveles de gobierno, a fin de que las
nuevas generaciones tengan más oportunidades de salir adelante".
http://www.vertigopolitico.com/es/vertigo/noticia?id=n1377185
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