Por: Gustavo De la Rosa para Sin embargo.
Sólo en países con muy escaso tránsito por la ruta de la
legalidad se dan contradicciones tan notorias en las resoluciones de los altos
tribunales como las que nos han recetado a los mexicanos durante el mes de
enero. Puede causar esquizofrenia tratar de entender la lógica política común a
la liberación de Cassez, las absoluciones del PRI y la CFE, la condena al PRD y
la falta de información de las causas de la explosión-implosión del edificio B2
de Pemex. Parece que alguien nos quiere volver locos.
¿Por qué, pues, tenemos
un enojo social tan grave en estas dos últimas semanas? Ira social convertida
en miedo ante la explosión o implosión en Pemex y la sospechosa opacidad de la
información. ¿Por qué? La liberación de Florence es una sentencia que prioriza
el respeto al proceso penal, con un sentido muy claro. Sólo pueden ingresar a
un expediente penal, evidencias obtenidas legalmente. Porque la seguridad
jurídica y la independencia judicial son elementos estructurales de cualquier
país que pretenda progresar en esta aldea moderna. Y como lo que no está en el
expediente no está en el mundo, procedía
liberarla. A muchas personas los irrita enterarse de que Florence queda
libre (sin aclarar si fue o no culpable) porque los policías no hicieron bien
su trabajo, aunque es preferible dejar libre a un posible delincuente que
condenarlo con pruebas infectadas por la manipulación policiaca. Nos irrita
porque lo contrario es los que ha sucedido en México desde que tenemos memoria,
porque el caso emblemático de la Justicia
concluye con aquel grito celebérrimo “Pepe “El Toro” es inocente”,
haciendo de lado que el asesino acepta su culpa después de una terrible golpiza
en el interior de su celda, mientras las multitudes en el cine gritaban a Pedro
Infante, “dale, dale, dale”. Ahora nos
dicen que las pruebas así obtenidas no tienen valor alguno, y de verdad vamos a
batallar para incluirlo en nuestra inteligencia inmediata. Pero de seguro si
las autoridades respetan esos principios, vamos a construir un México moderno,
y poco a poco vamos entendiendo que era socialmente preferible que Pepe “El
Toro” fuera liberado por una reflexión inteligente del juez y que fuera el juez
quien declarara “Pepe “El Toro” es inocente”, aunque fuera más aburrido.
Esa
virtud política del Estado se llama en inglés “enforcment of the law”, y va
acompañada de otra práctica: “accountability”; palabras que representan la
práctica de los principios teóricos legales que dominan la lógica del Derecho,
pero políticas de práctica jurídica en nuestro país que ni siquiera tienen una
sola palabra que traduzca correctamente a cada una de ellas. Por eso la
esquizofrenia social. Porque ese día, el IFE absolvió al PRI del exceso de
gastos de campaña, porque en el expediente, los investigadores de las cuentas
del partido encontraron que Enrique Peña Nieto realizó un proselitismo austero,
económico, rayano en la frugalidad espartana. Y como lo único que existe es lo
que legalmente llega al expediente, con evidencias tan pobres era imposible
condenar aunque fuera a una multa de 100 pesos al PRI.
Más combustible para la
ira social, ¿Cómo es posible que los investigadores del IFE no hayan encontrado
evidencias de lo obvio? De lo que vimos y vivimos todos. Nos quedamos con la sensación
de que había evidencias tiradas por todas partes como los cientos de
espectaculares de Peña Nieto, pero los detectives sólo encontraron 17.
¿Cómo
vamos a subsistir con estos investigadores tan ineptos, enfrentándose a
delincuentes de punta? Como si no fuera suficiente, unos días después vuelven
las instituciones nacionales a clavarnos otro par de banderillas. Los
detectives del IFE que no pudieron hallar la sombra de un árbol a las tres de
la tarde en un día despejado, resultaron altamente eficientes, calidad de
exportación, al esculcar los archivos contables de Andrés Manuel López Obrador.
Obtuvieron una gran inspiración y una enorme capacidad para localizar la compra
de cinco boletos del Metro que usaron Paco Ignacio Taibo y su pandilla para ir
a una reunión de domingo en la Alameda. Quiere decir que cuando el patrón
quiere, nuestros investigadores sí saben hacer bien las cosas, incluso,
cuidando la formalidad de la recolección de evidencias. Estamos absortos, si a
los dos candidatos los vimos y notamos claramente que, como en el cuento del
rey desnudo, uno llevaba vistosos ropajes y otro iba prácticamente encuerado,
pero en el expediente se han invertido los papeles.
Hasta ahí, la locura
colectiva todavía puede ser sosegada y con una semana de tafil, un campeonato
de futbol, algún campeonato de box, cinco horas diarias de telenovelas y prozac
a quien lo necesite, tal vez se pueda salir de esta depresión sin llegar a una
crisis mayor. Pero la justicia no tardó mucho en causarnos otra crisis de angustia.
Y ahora no es culpa de los investigadores, ahora es responsabilidad de los
juzgadores. La revocación del amparo al SME para considerar a la CFE como
patrón sustituto. Ahí sí había evidencias, las básicas: Luz y Fuerza del Centro
venía brindando el servicio de energía eléctrica en el Distrito Federal, una
resolución del Presidente de la República la cierra y en su lugar el servicio
lo sigue prestando la CFE. Todos vimos eso y está en el expediente, el artículo
41 de la Ley federal del trabajo es muy claro: Cuando un patrón sustituye a
otro en la administración de una fuente de trabajo es patrón sustituto y asume
todas las responsabilidades del patrón sustituido. Además, el artículo 13 de la
misma Ley dice que son patrones solidarios los que trabajan para el mismo
beneficiario. Es más fuerte aún: la CFE no sólo es patrón sustituto, es patrón
solidario.
Sin embargo, los ministros de la Segunda Sala (diferentes a los
ministros del caso Cassez) realizaron todos los galimatías posibles para
descubrir lo que no estaba en el expediente. Descubrieron que el cierre de Luz
y Fuerza del Centro y la continuación del servicio por la Comisión Federal de
Electricidad son dos actos totalmente separados y desvinculados entre sí,
porque el cierre de Luz y Fuerza es una orden del Presidente, que se convierte
en un “hecho fortuito” (sic) y la orden de brindar el servicio a la Ciudad de
México por la CFE es un acto jurídico que no depende del Presidente, porque el Ejecutivo no es el patrón de ambas
empresas. Es decir, el Presidente es Presidente para cerrar, pero no es
Presidente para abrir. Es Presidente para salir, pero no es Presidente para
entrar. No intenten hallar lógica en ello porque esta se encuentra fuera del
silogismo y es peligroso para la salud mental comprender cuando es de día y
cuando es de noche si esa determinación proviene de una voluntad ajena al
movimiento de la Tierra. La Segunda Sala nos quiere convencer de que en México
cualquier paisano puede obtener permiso para instalar su propia termoeléctrica
y contratar sus propios empleados. Tal vez leyeron alguna traducción de la
legislación norteamericana que regula la instalación de fuentes de energía en
el estado de Texas.
Y, finalmente, ¿tenemos los mexicanos derecho a conocer las
causas de la explosión-implosión del Edificio de Pemex? Si no fue atentado, por
favor ya díganoslo y aporten evidencias creíbles, para poder descansar en este
primer puente del año. Tenemos derecho a vivir en paz, aunque sea un día. Y si
fue un atentado, también díganoslo, y díganos cómo apoyar a la autoridad para
encontrar a los culpables, porque la única forma de ubicar a los presuntos
culpables, si los hay, es con la participación ciudadana. ¿Qué pasó? Por favor
infórmenos. Pero la única razón que hay atrás de tan diferentes y disímbolas
acciones gubernamentales, es la razón de Estado: aquella fuerza que tienen los
que tienen el poder de hacerlo cuando quieren hacerlo y decirlo cuando quieren
decirlo, y lo hacen así, con toda la fuerza del poder, con todo el cinismo del
poderoso intocable, para que los conozcamos y sepamos que pueden hacerlo y que
son capaces de hacerlo, de hacer eso y más, porque son adoradores de lo más
perverso de Maquiavelo, quien decía: “Y es que al príncipe no le conviene
dejarse llevar por el temor de la infamia inherente a la crueldad, si necesita
de ella para conservar unidos a sus gobernados e impedirles faltar a la fe que
le deben”. Y yo sigo convencido de que no leyeron al ilustre florentino
completo, sino sólo las citas más perversas de esta obra magistral.
Este contenido ha sido publicado originalmente por
SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección:
http://www.sinembargo.mx/opinion/05-02-2013/12356.
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