(CNN) — Hace menos de una semana, seis turistas españolas
fueron presuntamente violadas en el centro vacacional de Acapulco, al sur de
México. El ataque llegó rápidamente a los titulares internacionales y aunque
las autoridades locales parecían dispuestas a minimizar la historia, la
creciente indignación del público y la presión de las autoridades españolas
lograron que se comprometieran a investigar a fondo.
Tristemente, a quienes seguimos las noticias en esta parte
del mundo no nos sorprendieron las noticias de este crimen verdaderamente
terrible; después de todo, cada año miles de mujeres y niñas en México son
víctimas de la violencia sexual. De hecho, según información que Amnistía
Internacional presentó en 2012 ante el Comité de Naciones Unidas para Eliminar
la Discriminación contra las Mujeres, cada año son violadas más de 14,000
mujeres.
Esta cifra, basada en datos recopilados en 2009, también
muestra que solo fueron procesados 2,795 violadores ese año. Por su parte, los
estudios nacionales indican que solo una quinta parte de las mujeres reportan
la violación, ya que desconfían del sistema de justicia y tienen miedo, lo que
implica que la magnitud real de la violencia sexual probablemente es mucho
mayor.
Si se les preguntara acerca de este tema, las autoridades
mexicanas probablemente señalarían las importantes medidas que han tomado para
proteger a las mujeres de la violencia, entre ellas la aprobación de una ley
federal y estatal relativa al "acceso a una vida sin violencia para las
mujeres".
Sin embargo, a pesar de algunos avances positivos, la
violencia de género sigue generalizada y las autoridades federales y estatales
han fracasado sistemáticamente en garantizar la implementación efectiva de
muchos aspectos de la nueva ley, lo que ha permitido que persista la impunidad.
Inés Fernández Ortega y Valentina Rosendo Cantú, dos mujeres
indígenas del estado de Guerrero, conocen de primera mano las injusticias del
sistema legal.
Ambas afirman que en 2002 fueron violadas por elementos de
las fuerzas armadas. Después de años de enfrentarse a la oposición, en los que
el caso se perdió en el sistema de justicia militar, ganaron el derecho a que
su caso pasara a los tribunales civiles, lo que incrementó sus posibilidades de
obtener una solución a pesar de que también la justicia civil fracasa con
frecuencia al castigar a los culpables.
Mientras tanto, al norte de México, cientos de mujeres han
sido asesinadas o simplemente han desaparecido desde principios de la década de
1990. Tomando esto en cuenta, el pasado enero los familiares de las mujeres
asesinadas y desaparecidas de Ciudad Juárez, ciudad cercana a la frontera con
Estados Unidos, marcharon para exigir que las autoridades investiguen
debidamente los crímenes y lleven a los responsables ante la justicia.
Las organizaciones femeniles de otros estados como Nuevo
León, Oaxaca y México también han puesto de relieve patrones similares de
violencia de género que las autoridades no han logrado combatir eficazmente.
La justicia es crucial cuando se trata de enfrentar y
terminar con la violencia en contra de las mujeres. Cuando quienes violan a las
mujeres quedan impunes, se da a entender que esos abusos son aceptables, lo que
deja abierta la puerta para que otras personas cometan crímenes similares.
Los altos índices de violencia delictiva que en general
afectan a México no deben ser excusa para ignorar o minimizar lo que está
ocurriendo con las mujeres a lo largo del país. Las autoridades, tanto
estatales como federales, simplemente han fracasado en diseñar e implementar
medidas con las que se prevengan y enfrenten estos crímenes.
Es momento de que el gobierno atienda las exigencias de las
organizaciones de defensa de los derechos de las mujeres y otras personas que
trabajan en el terreno, y deje de hablar acerca de la prevención la violencia y
empiece a actuar. Se requieren medidas concretas y efectivas para mejorar las
investigaciones y para aumentar el índice de procesos y condenas.
El gobierno mexicano debe responder a las mujeres con un
esfuerzo incansable para poner un alto a la violencia y apoyar a las sobrevivientes
de ataques sexuales.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen
exclusivamente a Rupert Knox.
Fuente: http://mexico.cnn.com/opinion/2013/02/08/opinion-las-mujeres-invisibles-de-mexico-y-el-papel-de-las-autoridades