Muchos ponen un gesto
sarcástico al oír esta afirmación pero pese a la propaganda en contra, a la
profunda desilusión respecto a todo lo que venga del Estado y la burocracia,
así como al ataque que desde las oficinas gubernamentales se ha emprendido
contra lo público para favorecer a lo privado, es verdad: el petróleo es de
todos.
Es cierto que las
familias de México no reciben un cheque mensual por la venta petrolera, también
es cierto que los ciudadanos no tenemos el carácter de accionistas de Pemex, ni
mucho menos. Sin embargo, todos sin excepción recibimos beneficios directos del
hidrocarburo.
El petróleo aporta el
40% del presupuesto federal. Eso quiere decir que gracias al llamado oro negro
se mantienen buena parte de escuelas públicas de todos los niveles, hospitales
y de más servicios públicos. Este beneficio es más evidente en los estados que
aportan menos al Producto Interno Bruto (PIB) y, por lo tanto, recaudan menos
impuestos. Tal es el caso de Colima y Nayarit que aportan a la renta nacional
menos del 1%. Hay que señalar que ambas entidades no son petroleras.
Dejar las ganancias
del petróleo en manos privadas, ya sean nacionales o extranjeras, implicaría
crear un hueco considerable en las finanzas públicas que sólo podría ser
saneado con el incremento de impuestos. Sin embargo, los mismos que buscan la privatización del petróleo ya sea
desde el gobierno, el poder legislativo, los medios de comunicación o las
cúpulas empresariales se niegan a aplicar una política fiscal lógica y
eficiente.
Según datos de la
OCDE, México es el país miembro que recaudó menos impuestos entre 1965 y 2009
y, al mismo tiempo, según el periódico canadiense The Globe and Mail nuestro
país es el mejor lugar para hacer negocios desde el punto de vista fiscal, ¿por
qué? Porque en México se cobran más impuestos a los consumidores y a los
pequeños empresarios que a las grandes empresas nacionales o extranjeras.
El 60% del Impuesto
Sobre la Renta (ISR) lo aportan trabajadores de todos los niveles, mientras las
empresas que más ganancias registran pagan un porcentaje menor bajo el pretexto
de una supuesta promoción a la creación de empleos que en 30 años los
neoliberales no han logrado concretar.
Esto quiere decir que
boquete fiscal no sería cubierto con el incremento de impuestos a quienes más
tienen sino a quienes trabajan más. La receta de los promotores de la
privatización del petróleo es incrementar el IVA y gravar alimentos, medicinas,
educación y libros. No es algo nuevo, la privatización de los bienes nacionales
y la imposición fiscal al consumo son propuestas históricas de los fanáticos
del libre mercado, se han aplicado en este país desde 1982 y ni con el PRI ni
con el PAN ha producido prosperidad, al contrario.
En 30 años se han
privatizado la televisión, los ferrocarriles, los bancos, las carreteras, la
telefonía, los ingenios azucareros y un largo etcétera, ¿somos más ricos?,
¿tenemos más empleos?, ¿las empresas privatizadas brindan mejores productos y
servicios y a más bajo costo? La respuesta es
categórica: ¡no!
Al contrario, estamos
más endeudados y el ejemplo por excelencia son los bancos que se privatizaron,
luego tuvieron que ser rescatados por el gobierno debido a los malos manejos
para lo cual se creó el FOBAPROA, que nos sigue costando a la ciudadanía, y
finalmente fueron regresados a manos privadas extranjeras que cobran intereses altísimos
al crédito y brindan bajos rendimientos a quienes ahorran.
Con el petróleo
privatizado ocurriría lo mismo. La ciudadanía en su conjunto, pero
principalmente las clases medias y populares, terminarán pagando vía impuestos
el costo de la privatización al tiempo que los combustibles incrementarían su
precio y se desatará una escalada inflacionaria debido a la importancia del
hidrocarburo en la producción y el transporte de productos.
Defender el petróleo
mexicano es defender la viabilidad de nuestras familias, de nuestros proyectos
personales y de eso que muchos ven muy turbio pero que aún se sigue llamando
futuro.
No perdamos de vista
que, en términos prácticos, la libertad social e individual es mayor cuando se
cuenta con más dinero, cuando el fruto del trabajo alcanza para más. Si
privatizan la ganancia petrolera seremos menos libres, soñaremos menos y
concretaremos muy poco.
Si los neoliberales
ganan esta partida agárrense las carteras y prepárense para la tragedia.