miércoles, 20 de febrero de 2013

¿Educar para el consumo de medios?

Alquimia 
Hugo Macias Gutiérrez, Red Generación

Al abordar los medios de comunicación una de las cuestiones que están en juego y motiva su estudio desde la educación, es el poder que tienen para dominar o si se quiere manipular en los ciudadanos. Hoy, más que nunca, se hace necesario entrar en el mundo de la comunicación, desde una postura crítica, que conlleva reflexión y escepticismo que nos hace estar en duda permanente sobre la función que ejercen los medios de comunicación y cómo tenemos que interrogarnos sobre los productos mediáticos que están en la sociedad.

En este sentido, una educación en nuevas tecnologías y medios debería jugar un papel importante de poder y, a la vez, liberador en la medida que ayuda a preparar para una ciudadanía democrática y a tomar conciencia del valor que tiene la información sobre los hechos que ocurren y sobre las acciones que se desarrollan.


La sociedad en su totalidad, según Durkheim (2003), es agente de socialización, cada persona con quien el individuo entre en contacto es en cierto modo un agente. El comienzo natural del proceso para cada niño recién nacido es su inmediato grupo familiar, el más importante en sus comienzos, pero que pronto, se amplía con otros grupos humanos. No obstante, la familia es un nexo muy importante entre el individuo y la sociedad, ya que controla el lugar en el que sus hijos se educan, trasfiere a los descendientes las propias creencias, valores y selecciona el lugar de educación de y los medios de comunicación con los que se relacionan sus vástagos.

El segundo nivel de socialización, en el que los jóvenes se incorporan al proceso de recrear, vivir, reproducir y transformar la cultura familiar, es el que gestiona el sistema educativo, desde los primeros años de escuela hasta la universidad. La interacción social es sumamente importante en clase.

La televisión socializa porque ayuda a crear costumbres, lo más profundo de los elementos culturales de una sociedad, y pone en cuestión los sistemas educativos formales e informales y perjudica notablemente las relaciones interpersonales y familiares. En el espectador de televisión, sobre todo en los más pequeños, se aprecia la dualidad que se crea entre la realidad y la ficción. Se ven seguidamente escenas reales y ficticias, sin discriminar la violencia auténtica de la falsa, la realidad de la ficción y se representan estereotipados los roles sociales, étnicos, sexuales y profesionales. La familia, ni puede rechazar por sistema los medios como un mal, ni debe dar la espalda a una realidad cultural y social que se ha introducido en los hogares y que aporta diversión, entretenimiento y formación.

La familia no debe cerrar los ojos a lo que hacen sus hijos y debe continuar su exigencia crítica ante los medios. Su responsabilidad es educadora, empleando los elementos de didáctica familiar que correspondan, ya que los niños y jóvenes, pueden sufrir en gran medida la influencia física, psíquica y consumista de los medios. El aprendizaje necesario para que las familias sean capaces de utilizar con equilibrio la televisión, supone un esfuerzo completo de todos sus integrantes, especialmente de los padres.

Sin duda la introducción de la televisión en la sociedad hace ya más de 50 años ha tenido y tiene sus efectos. Pensemos en otras épocas anteriores inclusive a la radio en que se utilizaban por parte de las clases dirigentes de culturas y sociedades determinadas estrategias de dominación como pudo ser y lo es aún la religión o prácticas religiosas, los eventos deportivos, aunque podemos diferenciar éstas formas de lo que es hoy la televisión en el sentido de que circunda en espacios de mayor privacidad como lo es el medio familiar.

Si bien las leyes de muchos países señalan las formas que deben cumplir los medios de comunicación, su rol, sus funciones, derechos y obligaciones, estamos muy lejos de respetar las mismas y más cuando estamos en una mercantilización que está siendo aprovechada al máximo por los dueños de éstos medios de comunicación.

Una nueva generación de estudiantes está creciendo con la expectativa de que ellos mismos pueden tener el control del contenido de los medios que tienen a su alcance. Esta idea plantea el papel de la democratización de los medios, el papel que puede adoptar el usuario al estar ante lo que ocurra y de igual forma puede también fabricar sus productos, informaciones y convertirse en autor, agente activo y construir desde ahí el aprendizaje. Ésta manera de estar ante los medios y con los medios, de analizar sus productos y compartir la información, hará que el aprendizaje se entienda como empresa compartida, un proyecto a desarrollar con la participación de profesores y alumnos, usuarios de estos medios. Recientemente en nuestro país fuimos testigos del surgimiento del movimiento "#Yo soy 132", un grupo de jóvenes que se organizó y surgió buscando entre otras cosas la democratización de los medios de comunicación.

La preocupación por ésta temática se traslada directamente al ámbito educativo, ya que las imágenes están reemplazando a la palabra como unidad básica del discurso, la apariencia está llegando a ser más importante que el mercado de las ideas, las noticias han convertido a la información en entretenimiento.

Nadie duda de la responsabilidad legal de los medios de comunicación pero poco se habla de su responsabilidad moral y socializadora, de la importancia que sus mensajes y actuaciones poseen para quebrar la pasividad, para incitar a la participación ciudadana. Se hace urgente e imprescindible unir esfuerzos para que los grandes problemas del mundo en el siglo XXI, que generalmente tienen que ver con la solidaridad y el respeto, tanto hacia las personas como hacia el medio ambiente, estén presentes con criterios de interés global en los medios de comunicación.

La televisión es, fundamentalmente, instrumento de cultura, trasmisora de modas y comportamientos, de prejuicios y de valores. La prensa escrita cumple cabalmente su papel de mediador político, creador de opinión pública ciudadana, elemento decisivo en la práctica política, planteando críticas hacia los poderes y demandas de decisiones públicas de los gobernantes.

El verdadero problema estriba los grandes poderes económicos, organiza la información mundial y la dan digerida a los ciudadanos, que la leen, la entienden y asimilan sin cuestionar. Ante los medios se asumen posturas pasivas, alienadas, que no implican al individuo y son escasamente participativas. Es de ineludible importancia que los ciudadanos tomen conciencia de sus responsabilidades.

Nos encontramos en un mundo globalizado en todos sus aspectos, en el que los compromisos deben ser compartidos. No es posible, por tanto, alejar responsabilidades, los agentes sociales no pueden dejar de asumir lo que solamente se puede solucionar entre todos. Una de las responsabilidades de la escuela y de la familia debe ser la de promover un uso crítico y reflexivo de los medios de comunicación, y especialmente, de la televisión. Es el momento que los dueños de las televisoras en México dejen de simular con "espacios" dizque dedicados a los jóvenes y a la cultura y acepten la responsabilidad de educar como misión ineludible e incuestionable. 

En éste contexto el papel de las instituciones educativas como ya lo mencioné sería ayudar a formar ciudadanos más cultos, responsables y críticos, ya que el conocimiento es una condición necesaria para el ejercicio consciente de la libertad individual y para el desarrollo pleno de la democracia.

hugo.macias@hotmail.com twitter:@hugomac

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