Por: Jorge Zepeda Patterson
Ahórrenos la creación de más leyes y consejos, en este caso
en contra de la corrupción, Presidente. Habría bastado con meter a la cárcel a
Arturo Montiel. Con eso sí habríamos creído todos que hay una verdadera
voluntad de limpiar el cochinero.
Lo demás es circo y espectáculo. Difícilmente
puede uno oponerse a la creación de un Consejo Nacional Anticorrupción y
eventualmente a una Ley Federal Anticorrupción. Eso en abstracto, pero en la
práctica el asunto a mí no me parece muy convincente.
Primero, porque nada en
la historia de los grupos Atlacomulco e Hidalgo, que copan los espacios
políticos del actual gobierno federal, remite a una práctica de transparencia o
rendición de cuentas. Cuando fueron gobernadores, ni Enrique Peña Nieto ni
Miguel Ángel Osorio Chón se caracterizaron por un discurso en contra de la
corrupción, mucho menos por una agenda de acciones concretas.
El resultado es el mismo de siempre:
ninguno. Consideremos, además, que una secretaría tiene más rango que una
comisión, ¿o no? Si es así, ¿qué nos hace pensar que lo que no se ha podido
lograr en 30 años se va a conseguir con otro nombre? Se me dirá que un
organismo descentralizado y ciudadanizado tiene más margen de independencia que
una Secretaría. Otra vez diría que sí, pero en abstracto. Allí están el TRIFE,
la Comisión de Derechos Humanos y una porción de los consejeros del IFE; muy
autónomos y muy ciudadanos en el papel, pero perfectamente plegados a los
intereses de la clase política. Tercero, me parece muy sospechosa la urgencia
por anunciar las acciones en contra de la corrupción, pero con muy poco trabajo
de cabildeo real para darle un contenido específico.
Muchas prisas para tomarse
la foto inaugurando y botando el barco y muy poca inversión en asegurar que
este vaya a flotar en alta mar. Toda proporción guardada, me hace recordar las
prisas de Felipe Calderón en emprender una guerra en contra del narco para
anunciar a la Nación que había llegado un líder a Los Pinos, pero sin ninguna
preparación para conducir con éxito esta estrategia.
De igual forma, las
propuestas de Peña Nieto me parecen más bien un afán de responder a las críticas
que se han hecho antes y después de las elecciones por el temor del regreso al
poder de un PRI corrupto. Tales propuestas se originan muy poco en una vocación
democrática y mucho en la necesidad de dar un golpe de imagen. En suma, con
Secretarías y Consejos o sin ellos, me queda claro que el combate a la
corrupción tiene que ver más con una vocación de parte de la sociedad,
comenzando por los que la gobiernan, que con medidas formales que pueden
convertirse en otro elefante blanco. O para decirlo en plata pura: la única
manera de evitar que los gobernadores se sigan robando a manos llenas porciones
del erario público consiste en meter a un par de ellos a la cárcel.
Mientras se
sigan sintiendo impunes no habrá consejos ni leyes que valgan. Los mandatarios
estatales tienen que ver a dos o tres colegas sometidos a los jueces, para que
tengan temor de verse en esa situación siete años después. En 1999, Mario
Villanueva, gobernador en funciones en Quintana Roo, fue metido a la cárcel
acusado de estar vinculado con el narcotráfico. Eso fue hace 14 años. Desde
entonces no ha caído ningún otro pez gordo de la clase política, pese a los
innumerables excesos de los Mario Marín, los Ulises Ruiz, los Humberto Moreira
y un larguísimo etcétera (el caso de Pablo Salazar de Chiapas es un caso de
vendetta política, no de combate a la corrupción).
En cada ex gabinete hay una
nómina de secretarios convertidos en multimillonarios. Y nada ha pasado pese a
la existencia de ministerios dedicados a evitar y castigar la corrupción por
parte de funcionarios público. Muy loable pues la creación de una Ley Federal
Anticorrupción. Hay que construir el andamiaje institucional para dificultar
los delitos contra el erario.
Pero insisto, si el presidente quería dar una
imagen de honestidad mucho más fácil comenzar por meter a la cárcel a Arturo
Montiel. ¿O no?
@jorgezepedap www.jorgezepeda.net
Este contenido ha sido publicado originalmente por
SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección:
http://www.sinembargo.mx/opinion/16-01-2013/11964.
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