A 3 años de la masacre de
Villas de Salvárcar me pregunto porque no hicimos nada como sociedad, porque no
despertamos y nos unimos en ese momento antes de que muchas vidas más fueran
robadas a manos de personas que, estoy segura, no entienden que la guerra de
Calderón era precisamente de Calderón y de sus secuaces, no de los
ciudadanos.
Hace tres años un grupo de
estudiantes que se encontraban en una fiesta fueron asesinados por un grupo de
sicarios, 15 jóvenes se sumaron a las cifras de Calderón. La justicia como en
muchos casos en el país no ha llegado. Cuatro personas ya fueron sentenciadas,
sin embargo los familiares de las victimas no tienen la certeza de que ellos
sean los verdaderos culpables, e incluso madres de las victimas marcharon
hombro a hombro con la madre de un presunto culpable, pedían justicia para todos.
Pero ante tremenda indiferencia
por parte de la sociedad en el tema de justicia (y otros temas) yo me pregunto,
¿no nos volvemos cómplices al no exigir al gobierno que haga su trabajo? ¿No
deberíamos ser millones de mexicanos haciéndonos escuchar ante la
inseguridad? ¿No deberíamos estar organizados después de un sexenio de sangre?
Citando al escritor de fábulas
griegas, Esopo, la unión hace la fuerza. Si, tal cual. Pero no, nosotros seguimos siendo
una sociedad indiferente ante las desgracias que vemos como ajenas. Si en lugar
de ser 50.000 o 200.000 (depende si la cifra es de Televisa o no) exigiendo
seguridad, paz, justicia y respeto a los derechos humanos, fuéramos 10 millones
(cifra baja para un total de 112 millones 336 mil 538) les puedo apostar que la
clase política se preocuparía, pondría atención y tal vez nos escucharía.
¿De que sirve cargar el dolor que
sentimos por nuestro país si no hacemos nada al respecto? Pero no, nunca lo
hicimos en la magnitud correspondiente. No nos unimos al dolor de las madres
que perdieron a sus hijos en Villas de Salvárcar, no gritamos con las 49 familias que perdieron
una hija o hijo en Guardería ABC, ni al grito de desesperación de 65 familias
que perdieron a sus seres queridos en Pasta de Conchos o a la consigna de miles de familias que siguen buscando a sus
desaparecidos… no, no lo hicimos. No lo hicimos a la magnitud que se requería y
luego, cuando quisimos hacerlo, ya eran 80.000 victimas tarde y contando.
En memoria del aniversario de
Villas de Salvárcar dejo una reflexión: Las diferencias geográficas y sociales
no son una barrera, tenemos que ir unidos por un ideal; la seguridad y el
bienestar de las y los mexicanos sin importar estratos sociales ni ideologías.
Debemos ser parte activa de la realidad que
vivimos día a día y así, lograr un cambio tangible en la situación del país. Ya
no podemos ser espectadores, si lo seguimos siendo podemos convertirnos en
cómplices o peor aún en victimas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario