Nota de La Jornada.
¿Los derechos de los trabajadores son ahora un tema para
arqueólogos, una memoria perdida de tiempos idos?, ese es uno de los temas que
me preocupan, dijo Eduardo Galeano durante la clausura de la Conferencia
Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales y la XXIV Asamblea General de
Clacso que se realizó en un hotel de esta ciudad.
Decenas de personas quedaron fuera del auditorio. Iban con
libros de Galeano bajo el brazo, con la esperanza de que se los firmara o al menos
verlo de cerca. En primera fila, entre los invitados, estaba el sociólogo Pablo
González Casanova.
Seré breve, anunció Galeano, empeñado en una cruzada contra
lo que denomina la inflación palabraria en América Latina, que creo que es más
jodida y peligrosa que la inflación monetaria pero que se cultiva con más
frecuencia.
Y para responder a la pregunta de si los derechos laborales
son ahora tema para la arqueología, reunió y leyó algunos textos publicados ya,
pero que no habían sido agrupados en torno a esa pregunta, más que nunca
actualizada en estos tiempos de crisis, cuando los derechos están siendo
despedazados por el huracán feroz que se lleva a todos por delante, que castiga
al trabajo y en cambio recompensa la especulación y arroja al tacho de la
basura más de dos siglos de conquistas obreras.
Tarántula universal
Galeano, el mejor de nuestros escritores como lo llamó el
secretario ejecutivo de Clacso, Emir Sader, recordó entonces cómo en 1886
cuando la huelga obrera del primero de mayo paralizó Chicago, el periódico
Philadelphia Tribune diagnosticó: el elemento laboral ha sido picado por una
especie de tarántula universal y se ha vuelto loco de remate, se refirió a los
médicos que se ocuparon de la medicina del trabajo, como Bernardino Ramazzini,
quien empezaba con la pregunta: ¿en qué trabaja usted?
No pasó de largo la condición de desechables de los
trabajadores de Wall Mart, McDonalds, los obreros del sector electrónico en
Malasia, o las 190 mujeres que elaboraban en Tailandia los muñecos de Plaza
Sésamo, los Muppets y Bart Simpson y fallecieron en un incendio porque la
puerta del galpón donde laboraban estaba cerrrada por fuera.
Estados Unidos, agregó el autor de Los hijos de los días
(Siglo XXI), “el país que encabeza el proceso de globalización sólo obedece sus
propias órdenes; así garantiza suficiente impunidad a sus grandes corporaciones
lanzadas a la cacería de mano de obra barata y a la conquista de territorios
que las industrias sucias pueden contaminar a su antojo.
Eduardo GaleanoFoto José Antonio López
“La sola mención de los derechos obreros pone los pelos de
punta a los más fervorosos partidarios, abogados del salario de hambre, el
horario de goma...
“Desde que Ernesto Zedillo dejó la presidencia de México
pasó a integrar los directorios de la Union Pacific Corporation y de Procter
and Gamble que opera en 140 países, encabeza una comisión de Naciones Unidas, y
difunde sus pensamientos en la revista Forbes. En idioma tecnocratez se indigna
contra lo que llama la imposición de estándares laborales homogéneos en los
nuevos acuerdos comerciales; traducido eso, significa: olvidemos de una buena
vez toda la legislación internacional que todavía protege más o menos, menos
que más, a los trabajadores...
“El poder económico está más monopolizado que nunca, pero
los países y las personas compiten en lo que pueden, en ver quién ofrece más a
cambio de menos, en ver quién trabaja el doble a cambio de la mitad.
A la vera del camino están quedando los restos de las
conquistas arrancadas por tantos años de dolor y de lucha, y advirtió que la
estabilidad laboral y demás derechos de los trabajadores serán dentro de poco
tema para arqueólogos, no más que una especie extinguida en el mundo al revés
donde la libertad oprime: la libertad del dinero exige trabajadores presos,
presos de la cárcel de miedo que es la más cárcel de todas las cárceles.
Ese miedo –el temor al desempleo– “sirve a los empleadores
para reducir los costos en mano de obra y multiplicar la productividad y es la
fuente de angustia más universal de todas las angustias.
Ante la globalización del dinero que divide al mundo en domadores
y domados, ¿se podrá internacionalizar la lucha por la libertad del trabajo?
Menudo desafío.
Como parte de la clausura del encuentro de Clacso, se firmó
un acuerdo con la Universidad del Estado de Haití para crear un posgrado en
ciencias sociales con la finalidad de ayudar al país caribeño a dejr de ser un
laboratorio de las potencias internacionales.
http://www.jornada.unam.mx/2012/11/10/cultura/a05n1cul
No hay comentarios:
Publicar un comentario