lunes, 5 de noviembre de 2012

Cierra el Festival de la Calaca con 154 personas desnudas en el campo


Nota de La Jornada.
¡La calaca!, gritaron al unísono 154 personas, hombres y mujeres, de diferentes edades, empapadas hasta el último rincón de su cuerpo desnudo, al final de su participación, en la instalación Espíritus, del artista neoyorquino Spencer Tunick, con la que se clausuró la primera edición del Festival de la Calaca, que se llevó a cabo en esta ciudad del primero al 4 de noviembre.

Ni el frío, ni la pertinaz lluvia, que empezó desde el sábado en la noche, detuvieron la instalación pensada al principio para las 300 personas, que originalmente se inscribieron. 


Fue como ver el espejo de nosotros mismos, vernos tal cual somos, más allá del físico o la clase social, expresó alguno de los "modelos". Los participantes fueron convocados en Los Senderos a las 14 horas, pero nadie sabía realmente a qué horas iba a realizarse la instalación, aunque desde un principio Tunick dijo que sería al anochecer. Los participantes recibieron gruesas cobijas color beige para mantenerse calientes.

Cerca de las 17:30 horas, los participantes llegaron al campo con sus respectivas telas blancas y transparentes que, por la lluvia, ya no fueron vaporosas, como se tenía previsto. Mientras, Tunick y su equipo no cesaban de dar instrucciones. Para una primera toma los participantes estuvieron distribuidos en una extensa fila a lo largo el campo.

Para una segunda la instrucción fue: Extiendan la tela en frente del cuerpo y cierren los ojos, no sonrían. ¿Una más?, preguntó Tunick, y los espíritus contestaron: Sí, sí. Entonces, todos se adentraron en el campo. Todos en el monte. Más para este lado. Sepárense, eran las órdenes. En eso, bajó corriendo el artista, resbalándose. Acercaron una escalera, Tunick subió.

Empezó el acomodo de telas, mientras gritaba: Pónganse derechos para ver las chiches.

Tunick se subió nuevamente a la escalera para sacar la foto, una sombrilla lo protegía de la lluvia. ¡Cabrón!, se escuchó por allí. Para entonces, la esposa de Tunick también ayudaba en el acomodo de las telas que no obedecían como hubiera sucedido sin lluvia.

A las 18 horas todo había acabado. Los participantes, jubilosos, empezaron su retirada del campo. Desafortunadamente, no había condiciones para que se vistieran. Se veían cuerpos desnudos correr por todos lados, bajo la lluvia, buscando un lugar para vestirse. Cumplida la tarea, los participantes se retiraban del lugar en medio del lodazal. Ahora, sólo falta que el artista les haga llegar una fotografía firmada por él como agradecimiento por su participación.

Inolvidable final de la primera edición Festival de la Calaca, en San Miguel de Allende, Guanajuato.


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