Texto de Salvador Camarena para Sin embargo.
Algo no cuadra en las
cifras dadas a conocer ayer por el gobierno federal relativas al consumo de
drogas en México. Al presentar este lunes en Manzanillo la Encuesta Nacional de
Adicciones, el ejecutivo federal destacó que el consumo de drogas en nuestro
país se ha estabilizado.
Lo que no cuadra es que, para empezar, una encuesta
publicada la semana pasada revela que la percepción de los mexicanos es otra,
que creemos que el consumo de enervantes se ha disparado. Felipe
Calderón dijo ayer que “lo que era un incremento creciente y preocupante en el
consumo de drogas ilícitas, que se había registrado entre 2002 y 2008 a nivel
nacional, se detuvo en su crecimiento. Esto significa que el consumo de drogas
ilícitas no se ha incrementado significativamente entre 2008 y 2011”.
El 73% de los mexicanos considera que el consumo de drogas ha aumentado
en los últimos años”, exponen los autores en el capítulo dedicado a la
encuesta. Para mayor contraste con lo dicho por el Presidente ayer, sólo 16% de
los encuestados piensa que el consumo de drogas “sigue igual”. La encuesta nos
muestra como un país en el que “al consumidor de drogas se le mira socialmente
como un enfermo que requiere ayuda y al que debe arropar la familia más que el
Estado, pero al mismo tiempo como un ser peligroso para la comunidad, una
percepción que acaso depende menos del prejuicio que de la experiencia pues 31%
de los ciudadanos declara que alguna vez ha sido afectado en su vida o en su
experiencia personal por alguna persona que consume droga”.
Pero a quien se
droga no sólo lo miramos como alguien enfermo, sino como alguien a quien se debe
castigar si es descubierto in fraganti en algún lugar público. De quienes
conocen a alguien que se droga, 56.1% declara que esa persona “debe ser
arrestado si lo descubren drogándose en la calle” y para 26.1% quien se droga
antes que una víctima es un delincuente. Incluso más de 54% piensan que en algo
ayudaría para la seguridad el encarcelar a los que consumen drogas. Ya habrá
tiempo de revisar el desglose de las cifras dadas a conocer ayer por el
gobierno de la República, datos de los que el presidente Calderón destacó el
aumento en el consumo de alcohol.
Sin embargo, la encuesta de Mitofsky permite
preguntarnos si a pesar de cómo le va en libros, columnas y, digamos, en la
opinión pública en general, el mandatario que declaró la guerra al crimen organizado
no tiene de su lado más apoyo popular en este tema del que solemos concederle.
La población parece compartir mayoritariamente la visión prohibicionista y de
nula tolerancia con respecto a las drogas. Sólo 13.4% estaría de acuerdo en que
el gobierno permitiera la producción de algunas drogas e incluso únicamente
13.2% estaría de acuerdo en que se permita el consumo de algunas drogas. Más
aún: “a pesar de las muertes y la violencia que genera la lucha contra las
drogas, un porcentaje abrumador de la población (80%) cree que el combate debe
mantenerse, pues predomina la percepción en 60% de los entrevistados de que si
el combate se detuviera, la violencia aumentaría”. Por si lo anterior no
bastara, 52% de los encuestados tiene esperanza de que el Estado mexicano gane
la batalla contra el narcotráfico.
Esta pregunta complica el debate de
legalización: “Según datos oficiales, cada año mueren mucho menos personas como
consecuencia de consumir drogas, que las que mueren al combatir su tráfico y
venta. ¿Cree usted que esto justifica dejar de luchar contra ellas o cree que
se debe seguir luchando contra los narcotraficantes”. Las respuesta son: 79.8%
dijo que “se debe seguir luchando”, mientras 11.2% respondieron que se
“justifica dejar de luchar”.
Así que la próxima vez que escuchemos una tertulia
mediática sobre la despenalización, a partir de la cual pudiéramos pensar que
avanza el consenso por algún tipo de regulación mucho más laxa, recordemos que
71% cree que ello acarrearía más adictos y más consumo, al tiempo que 64%
piensa que incluso aumentaría la violencia. “No importa mucho la droga de que
se trate, el rechazo a su despenalización es casi unánime, con la única
excepción de la marihuana, cuya despenalización aprobaría un bajo 17.8%. La
aprobación para despenalizar el resto de las drogas no llega ni a 5%, cifras
semejantes a las de desaprobación para su consumo”, se expone en el “Informe
Jalisco”.
Seguro en Los Pinos estarán satisfechos al leer que al final de este
capítulo del citado reporte los autores sostienen que “se trata de una sociedad
bastante unida en la convicción de que el combate contra las drogas debe
seguirse librando”. Sin embargo, el reto es que a pesar de estos años
sangrientos parece que, en línea con lo que exponen los autores, tenemos bajos
índices de “tolerancia y comprensión al consumo de sustancias ilícitas”. Al
mismo tiempo que “los años de violencia y el crecimiento del delito han
endurecido a la sociedad mexicana que vive mayoritariamente en la lógica de
perseguir y castigar, más que en la de prevenir y regular.
Toda estrategia
alternativa o complementaria a la punitiva requerirá en México de una intensa y
efectiva pedagogía pública”. En otras palabras, a pesar de que se va en un mes
del gobierno, en términos generales la visión de Felipe Calderón sobre el
problema de las drogas se quedará con nosotros durante mucho más tiempo que su
sexenio.
Este contenido ha sido publicado originalmente por
SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección:
http://www.sinembargo.mx/opinion/30-10-2012/10416.
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