Por Tolésimo Díaz, en RED GENERACIÓN
Organizas
la casa, sacudes los muebles, y dispones la mesa con la vajilla que mamá te dio
para no dejarte tan pobre. Qué duro ha sido junio para ti: Cristina no fue promovida
a segundo de secundaria, y Paco todavía
tiene esa tos que no le deja en paz, pero ¿qué se hace? Tu hijo, el
mayor, estuvo desaparecido todo
diciembre, apenas hace unos días hallaron su cuerpo: yacía decapitado, a las
afueras de la ciudad ¿Dónde habrá quedado su cabeza? Sigues con tu labor:
colocas uno a uno los platos adornados con florecitas naranjas. La seguridad de
tu cuerpo en el movimiento, se asemeja a la de una vieja bailarina que
recordase de pronto algunos pasos.
Las
tres y cuarto. Enciendes el televisor. El noticiero vespertino: la mujer
apoltronada en una silla giratoria, da a conocer el número de muertos; sólo cifras.
Te preguntas si tu hijo dejó de tener nombre, y llegó a convertirse también en
un número. “Qué calor”, dices pasándote la mano por la frente. Después la telenovela;
patética. Continúas sentada, conmovida por las escenas, no te percatas de lo
falso, poco te importa lo irreal del argumento. Quizá ese amor representado por
malísimos actores, te recuerde un poco al tuyo, al que intentó quedarse del
otro lado y le apagaron los latidos a fuerza de plomo.
:
[La
desnudez de la muerte es la ceniza. Lo ausente mueve todavía los engranes del
mundo. Lo vivo es una sanguijuela adherida al culo.
El
televisor tiene que ver con tu cuerpo: piensas televisor, comes televisor. Tu
hijo cuelga su cáncer del televisor.]
La desnudez de la muerte es la ceniza, el polvo, la tierra los gusanos, las plantas, las vacas y nosotros en Macdonalds... buena y rasposa primera parte o_O'
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