Resumen de La Jornada.
México persiste como una nación profundamente desigual no
sólo en materia económica sino de trato (discriminación), en donde el Estado no
multiplica las oportunidades. En cambio, continúa la grave violación a los
derechos humanos, particularmente en la impartición de justicia.
El texto, sustentado en las aportaciones de una veintena de
especialistas, advierte que la imparcialidad se ubique todavía en el conjunto
del sistema penal, cuyos rezagos se evidencian en abundantes casos de
desapariciones forzadas producto del crimen organizado, secuestros irresueltos
así como víctimas y presuntos delincuentes que terminan, los unos y los otros,
siendo tratados con discriminación por las autoridades responsables.
En un estado de vulnerabilidad mayor, y grave, se encuentran
los homosexuales, cuyas historias de maltrato frente al aparato de justicia son
alarmantes.
Continúa también la debilidad de la defensoría de oficio, la
sobrepoblación de las cárceles y el control de éstas por grupos criminales, por
lo que estos lugares son máquinas pedagógicas para quienes ingresan a ellas no
puedan nunca más escaparse de la marginación y la ilegalidad.
En el capítulo dedicado a la discriminación en el mundo del
trabajo, se alerta que lo grave de la situación es que al menos seis de cada 10
trabajadores mexicanos se hallan en el sector informal de la economía, lo que
deja a más de la mitad de la población en edad de trabajar excluida de los
derechos básicos.
Además, de esta desigualdad económica está el déficit
democrático en los sindicatos y en la administración de justicia laboral. De
este punto, el titular del Conapred, Ricardo Bucio, opinó que los cambios a la
Ley Federal de Trabajo aprobados en el Senado excluye aún a unos sectores de la
población como los jóvenes, personas con discapacidad e incluso trabajadoras
del hogar.
En el caso específico del trato, nuestro país es una región
en donde el color de la piel, el aspecto físico, la lengua y el origen étnico
son marcadores que alejan de la posibilidad de obtener un empleo bien pagado,
por ejemplo.
En fin, cuando la sociedad mexicana sostiene un cierre
social sistemático para excluir a la mayoría, el problema de desigualdad deja
de ser sólo económico para convertirse en un fenómeno más grave.
http://www.jornada.unam.mx/2012/10/25/sociedad/042n1soc
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