lunes, 14 de enero de 2013

En 2010, el país honró a huesos de venados y próceres patrios por igual


Resumen de La Jornada.
En solemne y lustrosa ceremonia, ante un público embelesado y políticos orgullosos del espectáculo que regalaban al pueblo, los huesos de los héroes  pasearon por las calles de Méxicoen ostentosos desfiles conmemorativos del bicentenario de la Independencia.
Cualquiera que se atreviera a cuestionar la autenticidad de los ilustres esqueletos se topaba de inmediato con las declaraciones oficiales: No hay duda, se trata de los restos de Juan Aldama, Ignacio Allende, Nicolás Bravo, Vicente Guerrero, Miguel Hidalgo, Mariano Jiménez, Mariano Matamoros, Francisco Javier Mina, José María Morelos, Andrés Quintana Roo, Leona Vicario, Guadalupe Victoria, Pedro Moreno y Víctor Rosales. Y nadie más.
Hoy, al hacerse públicos los estudios que realizaron especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), después de que esa información estuvo reservada dos años, la certeza que con tanto ahínco difundió el gobierno de Felipe Calderón pierde su oropel.
En la urna atribuida a Mariano Matamoros hay una mujer, y el héroe; en la de Leona Vicario se encontraron huesos de otra más, que presumen sea su hija; en la caja que se creía ocupada sólo por Mina hay evidencias de siete individuos más, y donde se pensaba que están restos de Hidalgo, Allende, Aldama, Jiménez y Morelos hay además niños, mujeres y venados.
Al analizar la revoltura de huesos fétidos, llenos de hongos, a punto de convertirse en polvo, resguardados en las diez urnas que se sacaron de las criptas del Ángel de la Independencia, los investigadores se dedicaron a hacer un minucioso inventario que incluyó la descripción de los restos de hombres jóvenes no asociados a los de los héroes; de niños, de otras mujeres y de animales.

Los estudios de antropología física, realizados por José Antonio Pompa y Padilla, Jorge Arturo Talavera González y Nancy Geloven Alfaro, fueron obtenidos hace unos días por La Jornada por conducto del Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos (Ifai).

En su investigación de casi 200 páginas, Pompa, Talavera y Geloven confirman y detallan que en esa caja recubierta con terciopelo verde se pudieron cuantificar elementos óseos de ocho personas, siendo posiblemente los que los textos refieren haber arribado a Santo Domingo en 1823: Hidalgo, Allende, Aldama, Jiménez, Morelos, Mina, Moreno y Rosales.

Lilia Rivero Weber, coordinadora nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH, también asegura en su informe que durante el proceso efectuado por el área de Antropología Física, el estudio de fuentes históricas y fotografías documenta que esta urna no sólo contenía los restos de Javier Mina, y que formó parte, en conjunto con la urna-libro, como osario de huesos cortos y huesos largos de los cráneos de los caudillos colocados en la urna de cristal, conteniendo los restos óseos de los héroes Miguel Hidalgo y Costilla, Juan Aldama, Francisco Javier Mina y Allende, así como los restos antes no identificados de Pedro Moreno y Víctor Rosales.

Esa caja contiene más de 250 huesos, la mayoría correspondientes a distintos adultos de sexo masculino, además de cinco restos óseos de niños (de entre 0 y 6 años) y cuatro pertenecientes a animales (venados).

Durante 2010 y 2011 diversos historiadores pusieron en duda la autenticidad de los llamados huesos patrios. La polémica giró no sólo en torno a la pertinencia de exhumarlos para analizarlos, sino también se criticó que fueran exhibidos durante un año en el Palacio Nacional, en una fastuosa muestra a la que acudieron más de un millón 200 mil personas.

Del gobierno federal hubo siempre total hermetismo en cuanto a los detalles de los resultados finales de los estudios practicados, por ejemplo, de cómo se llegó a la conclusión de que los restos sobre los que se tenía duda eran de Mina; de cómo se supo que otros, de los que antes se desconocía su identidad, pertenecen a Víctor Rosales y Pedro Moreno, o de la validez científica de la restauración, entre otras aristas del tema.

A través del Ifai la información estuvo reservada durante dos años. Cuando se cumplió el plazo, en septiembre de 2012, La Jornada insistió en obtener esos documentos. La respuesta fue que se tenía que hacer una nueva solicitud de información. Cuando llegó la fecha de entrega, que sería aún en el sexenio de Calderón, el INAH solicitó una prórroga hasta 2013, pues, argumentó, estaba recabando el vasto material. Hace unos días, por fin, este diario tuvo acceso a la investigación.

Se entregaron seis informes que detallan los estándares de conservación y mantenimiento de los restos, los trabajos de conservación de urnas y vitrinas, la conservación de los documentos gráficos encontrados, la conservación y restauración de los restos óseos, las características del material textil hallado y el informe final de antropología física.

En este último texto se reconoce que el propósito de dichos análisis no fue identificar a plenitud a los héroes, sino realizar un inventario detallado y determinar el estado de conservación, además de corroborar o desechar datos históricos relativos a los restos; este objetivo fue cumplido, ahora tenemos certeza de lo que resguarda el Mausoleo de la Columna de la Independencia en la ciudad de México (...) en 2010 se disiparon muchas dudas y quedaron aclaradas otras como la ausencia de varios de los héroes que fueron originalmente omitidos en los registros previos. Queda ahora esta información recuperada que generará nuevas inquietudes para futuras investigaciones.

Entre 2010 y 2011 La Jornada habló con especialistas como María del Carmen Vázquez Mantecón, doctora en historia por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y autora de la investigación Las reliquias y sus héroes (revista Estudios de historia moderna y contemporánea de México, 2005). Ella afirmó entonces que había pruebas para dudar de la autenticidad de la mayoría de los restos que están en el Ángel.

Señalaba que el gobierno calderonista necesitaba legitimarse y va a hacer ese numerito que, desde mi punto de vista, es demagógico y, sobre todo, inútil.

Todos regresaron el día 30 de julio de ese año, pulcramente colocados en sus relucientes cajas, al Mausoleo de la Independencia, donde permanecen y continuarán como uno de los máximos símbolos nacionales.

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