domingo, 16 de diciembre de 2012

Rechazo rotundo a la estrategia de Calderón


Nota de Sin embargo.
Está claro que Felipe Calderón Hinojosa fue el único que creyó en la eficacia de una estrategia contra el crimen, una “guerra” como la llamó, basada en el uso de las Fuerzas Armadas para combatir en las calles de las ciudades del país. 
Bueno, en realidad fueron dos personas las que creyeron que con sólo sacar al Ejército y la Marina de los cuárteles se acabaría con el crimen: lo creyeron el ex Presidente y, claro, su brazo derecho, Genaro García Luna, ex titular de la Secretaría de Seguridad Pública federal. Desde el 1 de diciembre pasado, decíamos en este mismo espacio, y en sólo un discurso, el gobierno de Enrique Peña Nieto ofreció “poner al ciudadano y a su familia en el centro de la política de seguridad”. 
Esta nueva estrategia contra la inseguridad, añadió, será un “cambio de paradigma”, sin mencionar la guerra contra las drogas ni a las más de 100 mil  personas asesinadas y desaparecidas bajo el modelo que mantuvo ciega y tercamente Calderón Hinojosa. También prometió mayor coordinación entre las distintas agencias y un esfuerzo para combatir la impunidad, y concluyó: “No habrá seguridad mientras no haya justicia”, lo que le dio pie para describir una estrategia conjunta contra el delitos, que involucra a las dependencias de Desarrollo Social, Educación Pública y Salud. En la semana que termina, un gobernador y otro más que es gobernador electo, ambos priistas, se pronunciaron abiertamente porque el Ejército sea retirado de las calles del país y retome sus funciones centrales. 
El mandatario de Chihuahua, César Duarte Jáquez, desmintió una versión difundida el martes pasado por el general Salvador Gutiérrez Plascencia, jefe militar en Ciudad Juárez, y afirmó que en esa entidad no volverán los patrullajes del Ejército Mexicano, pues la presencia de los soldados en las calles únicamente tensó a la sociedad. “Hace dos años podíamos ver la excesiva presencia de armas, de elementos, era un sitio de guerra que generó tensión”, dijo. Aunque el gobernador Duarte Jáquez agradeció el trabajo del Ejército, también destacó: “De ninguna manera vamos a generar condiciones para que las fuerzas del Ejército patrullen el estado. Es una institución sólida que debe mantener su posición atendiendo las regiones que por naturaleza le competen”. 
Por su parte, el gobernador electo de Jalisco, Aristóteles Sandoval Díaz, también se pronunció por no permitir patrullar al Ejército, al considerar que las Fuerzas Armadas están para atender otros asuntos y no para hacerla de policías. Lo que se vislumbra en el corto plazo es el replanteamiento de una estrategia equivocada que dañó a miles de familias en México, que ha dejado un trauma severo en la sociedad mexicana y, además, impactos negativos en la economía de prácticamente todas las regiones del país. 
Calderón fue ciego y sordo. Nunca dio paso a las sugerencias y peticiones de recomponer el camino. Ni con los miles de muertos y desaparecidos generados por su guerra. Bueno, ni siquiera después del 1 de julio, cuando el rechazo a su política de inseguridad y su fracaso en la generación de empleos y bienestar, provocó que los mexicanos enviaran al Partido Acción Nacional (PAN), su partido, de primera a tercera fuerza política en el país. 
Pero esa necedad se acabó. Paulatinamente, los militares retomarán sus tareas naturales. Toca ahora vigilar que la estrategia de Peña Nieto, que apuesta a combatir el crimen desde la raíz, la falta de oportunidades y el ataque a la pobreza, comience a dar resultados… y deberá ser pronto, porque las matanzas y la violencia irracional siguen presentes a lo largo y ancho del país.

Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/15-12-2012/11361. 

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