
Entonces, la única manera de ser influyente era casarse y las hermanas Soong lo comprobaron.
A una orilla del río Huangpu, en
Shanghai, hay una selva de rascacielos de cristal y acero. En la otra se
puede ver el resplandor de la época colonial.
Hace 100 años, los extranjeros que llegaban aquí
encontraban una nueva forma de vida que les fascinaba. De los barcos
occidentales desembarcaban bicicletas, partes de motores y jóvenes
chinos aventureros que buscaban la modernidad. Uno de ellos era Charlie
Soong que, tras viajar por el mundo, regresó con nuevas ideas sobre la
revolución y el papel de las mujeres.
Editor de biblias y con gran influencia en la
sociedad de Shanghai, Charlie no había prestado mucha atención a sus
hijas cuando eran muy pequeñas.
Pero había sido educado por la Iglesia Metodista
estadounidense y creía que se debía tratar con dignidad a las mujeres.
Por eso más tarde, decidió mandar a sus tres hijas a estudiar a Estados
Unidos.
"El deseo del padre era que las mujeres pudieran
volver de Occidente con los conocimientos suficientes para poder
cambiar China, el destino de la gente y de las mujeres y finalmente el
suyo propio", afirma Mabel Cheung, directora de una película sobre las
hermanas Soong.
Los primeros años de las hermanas

Las hermanas Soong fueron educadas en EE.UU.
Con el crecimiento económico de Shanghai,
también se extendieron los horizontes de las hermanas y en 1914, la
mayor, Ailing, se casó con H H Kung, un hombre que era descendiente
directo de Confucio. A la boda no le faltó un detalle.
El dinero no era un problema. La pareja se
convirtió en la más rica de China. Una vez casados, Kung se convirtió en
ministro de Finanzas y Ailing encontró una manera de invertir su
dinero, explica el escritor Jonathan Fenby que escribió una obra sobre
la historia contemporánea de China.
"Él se sentaba en casa mientras negociaba sobre
la revaluación de la moneda, mientras ella tomaba nota, llamaba a su
agente y le decía dónde invertir", explica.
La segunda hermana, Qingling, se casó con otro
político, Sun Yatsen, el líder revolucionario de China que se convirtió
en presidente tras el derrocamiento de la dinastía Qing, en 1912.
Como Sun era un hombre mayor y ya había estado
casado, los padres de Qingling se opusieron a la relación, así que optó
por escaparse con él.
Como muchos otros jóvenes chinos de entonces,
ella creía apasionadamente en la idea de una nueva China libre del
feudalismo, la pobreza y las dinastías imperiales. Creía en un país con
un papel igualitario para las mujeres.
Qingling se convirtió en la compañera
inseparable de Sun Yatsen, que buscaba la paz entre los republicanos y
los caudillos militares.
La hermana menor, Meiling, tardó más en casarse.
Pero las tres hermanas estaban constantemente en
el ojo público y salían habitualmente en las revistas como si fueran
estrellas de cine, afirma Verity Wilson, que ha escrito varios libros de
moda y cultura china.
Pero no todo fue un camino de rosas. El marido
de Qingling, Sun Yatsen, falleció en 1925 y su movimiento se dividió en
dos facciones enfrentadas.
Su sucesor, Chiang Kaishek, era un militar serio y eficiente a quien algunos consideraban un fascista.
Qingling estaba horrorizada con sus tácticas y
aún más cuando descubrió que su hermana pequeña Meiling planeaba casarse
con él. Eso acabó creando una polémica entre las hermanas.
Meiling, "puro sex appeal"

"Es puro sex appeal", dijo de Meiling el periodista estadounidense Edward Murrow.
En 1927, Meiling se casó con Chiang Kaishek, que pronto lanzó una sanguinaria purga de comunistas en Shanghai.
Qingling huyó a la Unión Soviética y al año siguiente Meiling se convirtió en la primera dama de China.
En 1937, cuando Japón trató de invadir China,
los nacionalistas de Chiang y los comunistas se unieron brevemente
frente al enemigo común.
Las hermanas pusieron en marcha hospitales de campaña y proyectos de alfabetización.
Meiling se conviertió en una especie de embajadora de su país y se dirigió a la Cámara de Representantes de Washington.
Su manejo del inglés y su familiaridad con
EE.UU. no eran sus únicas armas. "Muchos periodistas extranjeros que la
conocieron vieron en ella la personificación de la belleza y el misterio
de la mujer china", explica el escritor Fenby.
"Es puro sex appeal", dijo de ella el periodista estadounidense Edward Murrow.
Cuando acabó la amenaza japonesa en 1945, los nacionalistas y comunistas volvieron a enfrentarse.
Meiling huyó con los nacionalistas a Taiwán y en
las dos décadas siguientes se dedicó a asegurarse que EE.UU. apoyaba
firmemente a la isla frente a la China continental.
Por su parte, Ailing, la hermana mayor, se fue a EE.UU. y Qingling apoyó la revolución el resto de su vida.
Influencia femenina

Hasta los 80, en China se enseñaba que Meiling era una aristócrata perversa.
En los días de las hermanas Soong, las mujeres sólo podían tener influencia a través de sus maridos.
Ahora, en ese país hay mujeres al frente de
multinacionales e incluso mujeres que van al espacio pero los puestos
claves políticos todavía parecen inalcanzables para ellas.
Esto puede deberse, en parte, a que en todas las
historias chinas las mujeres son representadas como un peligro, una
amenaza, afirma Xun Zhou, un historiador de la Universidad de Hong Kong,
que ha detectado una tendencia de culpar a las mujeres de traer mala
suerte cuando les va mal a los maridos.
Sin embargo, explica, tradicionalmente esos
escenarios implican peleas dinásticas en las cortes que incluyen a las
parejas y los descendientes.
Ni Qingling ni Meiling tuvieron hijos, así que nunca entraron en ese juego.
Meiling, por su parte, se convirtió en una
recurrida figura de odio para los izquierdistas chinos. Hasta la reforma
de los 80, a todos los comunistas se les enseñaba que era una
aristócrata perversa.
"Siempre se referían a todos esos vestidos
bonitos. Ella usaba maquillaje y llevaba collares y todas esas cosas que
hacen los aristócratas. Y además estaba del lado de los nacionalistas
que eran el enemigo", explica Xun Zhuo.
Cuando el líder comunista Mao Zedong murió en
1976 y se ideó el socialismo con características chinas que abre un
puente entre el comunismo y el capitalismo, el maquillaje y los collares
dejaron de ser mal vistos y la imagen de Meiling mejoró.
"En los últimos 10 ó 15 años, se le representa
como una mujer moderna, bonita e inteligente. De hecho, probablemente se
habla más e ella que de su hermana Qingling", afirma.
Qingling está enterrada en el cementerio de
Shanghai en un lugar de cedros altos y flores rojas y doradas, de los
colores de la bandera china. Delante de su tumba, hay una estatua con su
imagen resplandeciente.
Sus hermanas están enterradas en EE.UU. Ailing
murió en 1973 y Meiling, que en sus últimos años tenía una vida
tranquila en un apartamento de Manhattan, murió a los 105 años, en 2003.
Desde 1949, no se volvieron a ver. La historia las separó y las tres murieron con ese remordimiento.
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