jueves, 8 de noviembre de 2012

México: el fenómeno de la narco-cultura.

Este hecho se ha convertido | En la muestra del impacto que los carteles de la droga están teniendo en la vida cotidiana de los mexicanos.

De acuerdo al recién estrenado documental “Mexican Narco Cinema”, de Jorge Reinoso, actor, productor y director de cine mexicano, la industria de la droga mueve en México, alrededor de 100 billones de dólares al año, una cantidad nada despreciable cuyo impacto económico ha contagiado a la cultura local tanto en lo religioso (La Santa Muerte y Jesús Malverde -patrono de los delincuentes), la música (los narcocorridos y sus canciones sobre narcotraficantes) y, claro está, el cine. Todo ello forma parte de la narcocultura, un fenómeno sociológico extendido en México, aunque no exclusivo de ese país, que utiliza al narcotráfico como contexto para contar historias que, generalmente, exaltan a uno u otro bando, pero pocas veces a la ley.

Contra esta exacerbación de la marginalidad, que ha impactado profundamente en los distintos sectores sociales, principalmente en jóvenes y niños, y que se ha visto reflejada en una creciente tasa de descomposición familiar, las autoridades mexicanas han establecido paulatinamente sanciones contra quienes difunden estos géneros. Estas se suman a otra prohibición, vigente desde hace 20 años, de que en las radioemisoras se transmita música que elogie a delincuentes.

Sin embargo, tal parece que las prohibiciones han hecho que esta industria, que nació en la década de los '70, haya resurgido.

Hecha la ley…
Son pocos los “peceros” (conductores de transporte público) de los estados más afectados por el narcotráfico en México, particularmente Baja California, Tijuana, Sinaloa y Durango, donde la actividad del crimen organizado se ha incrementado importantemente durante los últimos años, que no escuchen los narcocorridos a todo volumen en sus vehículos.

“Es una falta de respeto para los pasajeros que tenemos que escucharlos a la fuerza”, dice Clara Cruz, residente de Tijuana, que perdió a su hija durante una balacera entre grupos narcos rivales, “la ley debería protegernos”, se queja.

Intentando contener un poco el estallido, el Ayuntamiento de este estado, por ejemplo, ha decidido hace un mes poner en marcha un Plan Anticrimen, que ha incluido modificar 17 reglamentos locales y la creación de otros dos, así como propuestas de reforma de 200 artículos de leyes estatales, para aplicar sanciones severas a la apología del delito. Esto incluye la multa de 14 salarios mínimos al conductor de un vehículo público que sea sorprendido escuchando este género.

En Sinaloa, otro de los estados afectados por el tráfico de droga, los narcocorridos fueron desterrados por presión de las autoridades a las estaciones de radio y televisión desde enero de 2001, pero sus intérpretes encontraron otras alternativas de divulgación a través de su reproducción clandestina.

Hoy, no hay fiesta en Tijuana, Sinaloa o Durango, donde no sea interpretada esa música que ahora se comercializa de manera masiva en puestos ambulantes, con las más recientes historias de los narcos que han muerto o han sido detenidos en enfrentamientos con el Ejército mexicano.

Es tanta la popularidad de esta música que recientemente una aerolínea mexicana organizó un concierto en pleno vuelo, con un grupo de este género, para inaugurar una nueva ruta, y hasta el premio Grammy Latino ha establecido una categoría especial para premiar las obras más populares de este género.

Nada de fe

Y aunque también se ha prohibido en Tijuana "la operación" de capillas dedicadas a venerar a los símbolos religiosos porque promueven las actividades ilícitas, las figuras de La Santa Muerte y de Jesús Malverde continúan siendo consideradas milagrosas y tienen millones de adeptos, no sólo en Tijuana y en los estados afectados por el narcotráfico, sino en todo México.

¿Por qué crece un fenómeno cuya violenta realidad ha superado con creces la ficción?

Según explica el investigador mexicano en conductas sociales, Tomás Guevara, “parte de ese impacto, se atribuye a la difusión de música de corte norteño que reseña la vida y muerte -real o ficticia- de personajes ligados al narcotráfico, que termina por influir a jóvenes y niños que sueñan con emularlos en poder, dinero y armas.”

Las películas también contribuyen a acrecentar la narcocultura, aunque no tanto como la música.

Luz, cámara, droga

El mexicano Mario Hernández, uno de los directores más taquilleros en el género del narcocine, que trabajando en dupla con el cantante Antonio Aguilar realizó hace dos décadas varias películas, explica que actualmente ya no se producen tantas cintas porque el tema se ha desgastado.

“Hasta hace unos años, los héroes del narco eran vistos como eso, como héroes, porque ayudaban a su comunidad. Pero eso cambió. Creo que se saturó el tema, que estas historias ya no funcionan temáticamente porque la situación ha ido más allá de la imaginación que pudo tener el cine...”, dijo Hernández en una reciente entrevista con la BBC.

Sin embargo el cineasta admite que el narcocine continúa siendo rentable y que es fuente de inspiración de jóvenes directores en la actualidad.

Recientemente, algunos actores y directores, como el propio Hernández, decidieron retirarse del género porque tenían dilemas ante la necesidad de representar a figuras que cometen delitos y están al margen de la ley. Para Hernández estas renuncias son cosa lógica. “En este entorno, de pronto, muchos actores son asesinados o perseguidos, o desaparecen así, sin más... No sabemos qué sucede, aunque lo sospechamos. Esto pasa con los vocalistas de las bandas de narcocorridos, entonces es lógico el miedo. Además alguien responsable no puede hacer películas que fomenten la admiración por los narcos, dada la situación actual”, asevera el mexicano. En lo que va de este año, tres intérpretes de narcocorridos han sido asesinados en México.

De acuerdo a una reciente encuesta realizada por la empresa Synovate, el 80 por ciento de los encuestados considera que la cultura de las pandillas narcotraficantes está siendo cada vez más exaltada en México y el 81 por ciento opina que el narcotráfico está penetrando distintos aspectos de la cultura del país. La mayoría de ellos dice no estar dispuesta a permitirlo, pero sin quererlo casi todos se sumergen en esta farándula sangrienta que sigue facturando millones de dólares al año.

Lo “narco” en los medios

“Narcocine”, “narcocorridos”, “narcotraficantes”, "mininarcos", los "narcosatánicos", los "narcobanqueros", los "narcopolíticos", el "narcosantón", la "narcoestética"… estos términos forman parte de un glosario fundamental en la reproducción de arquetipos referentes a la vida y obra de los narcotraficantes, mismos que pueden ser imputables en cierta medida al ejercicio periodístico sensacionalista, que se empeña en dar un tratamiento superficial a una problemática que por su complejidad exige otro enfoque y un trato informativo profesional. A partir de la captura y encarcelamiento del mexicano Miguel Ángel Félix Gallardo (08/04/1989), considerado “el capo de los capos” del narcotráfico en la década de los ´80, los medios de comunicación dedicaron un espacio importante y cotidiano a los asuntos relacionados con el tráfico de drogas. Las versiones de los distintos medios se distinguieron por provenir de una sola fuente: la Procuraduría General de la República. Una excepción fue el semanario Proceso, el cual envió a uno de sus periodistas a Culiacán para recabar información. (Astorga, 1995, págs.75 y 76 ). En la actualidad los periódicos del mundo entero (ver destacados), llaman la atención acerca de la reaparición de la narcocultura en México y sus repercusiones en la sociedad.

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