Texto de Sinembargo.
Felipe Calderón Hinojosa está este viernes a 14 días de
entregar la Presidencia de la República. El balance general, y con las cifras
verdaderas sobre lo que hizo y permitió hacer, sobre lo que no hizo y permitió
no hacer, durante su sexenio se irán conociendo paulatinamente, apenas deje la
residencia oficial de Los Pinos. Las deudas en materia económica, educativa,
salud, infraestructura, etcétera, serán evidenciadas plenamente apenas el PRI y
Enrique Peña Nieto se asuman como el nuevo gobierno de la República.
Sin
embargo, de lo que sí hay evidencia plena, palpable y lastimosa, es del
retroceso social y moral que su paso por la Presidencia deja a los mexicanos,
acompañada de una estela de miles muertos, desaparecidos, secuestros,
violaciones y abusos a los derechos humanos. Aun así, en el estertor del
sexenio, Calderón Hinojosa no reconoce sus errores y menos su parte, grande, de
responsabilidad. Ayer, en una entrevista con el diario Milenio, el Jefe del
Ejecutivo federal afirmó que los muertos derivados de la violencia del
narcotráfico no son los “muertos de Calderón”. Esto aún cuando el 1 de
diciembre su administración cierre con una cifra extraoficial que supera los 60
mil asesinatos, pero que, de acuerdo con diversas organizaciones, está ya por
arriba de los 100 mil muertos. “Aquí son muertos de los homicidas y de los
criminales que están matando gente, algunos inocentes y otros probablemente
vinculados a cárteles rivales, pero en cualquier caso, todas muertes
lamentables”, dijo Felipe Calderón, quien hasta el último momento defiende la
“guerra” –que así la llamó él mismo, aunque ahora lo niegue– lanzada contra el
narco en diciembre de 2006 y para la cual sacó al Ejército y a la Marina a las
calles. “Es tan irresponsable decir que son muertos de Calderón como decir que
son muertos de quien no hizo su trabajo y los dejó crecer”, expresó también en
alusión a los gobiernos que lo precedieron. Puede que tenga razón en esto
último. Si los anteriores mandatarios no hicieron su trabajo y dejaron crecer
el poderío del crimen organizado, debe señalárseles. Pero, no aceptar que
enfrentar a los grupos criminales que había al inicio de su sexenio con una
estrategia equivocada, no hizo sino producir muerte y dolor en prácticamente
todo el territorio. Por si fuera poco, los cárteles del crimen aumentaron, se
especializaron en diversas actividades ilícitas que incluso no tienen que ver
con la producción y trasiego de drogas, y se volvieron aún más sanguinarios. En
esa estrategia no se consideró como prioridad llevar educación, salud pública y
bienestar a más mexicanos, particularmente a los adolescentes y jóvenes;
tampoco darles opciones para empleos dignos y bien remunerados, por ejemplo. Lo
anterior sí era su responsabilidad. Es más: fue su compromiso de campaña.
También fue su responsable de sacar a los soldados de sus cuárteles y que se
produjeran abusos por parte de las fuerzas castrenses a los derechos humanos.
Hay miles de denuncias, casos debidamente armados, de organizaciones civiles
nacionales y extranjeras que las consignan. Repartir culpas, sin embargo, no
exime a Calderón Hinojosa de la dolorosa situación social en que deja al país.
La gente vive a diario el terror y eso no puede borrarlo con declaraciones para
lavarse las manos. Ayer, de gira por Reynosa, Tamaulipas, Felipe Calderón fue
despedido por la gente, por el pueblo de esa ciudad, con gritos y consignas
que, pese a los esfuerzos del Estado Mayor Presidencial para impedirlo,
pudieron ser reproducidos en algunos medios de prensa. Los manifestantes le
gritaron a la distancia: “¿Qué hiciste?”. Y otros más respondían: “Muertos,
viudas ¿y la educación?”. También había pancartas con leyendas como: “Feliz, ya
te vas, qué lástima Felipe, no pudiste poner orden en Reynosa” y “Vamos a
descansar de tantos atropellos y abusos, al fin descansaremos de ti, asesino”.
Ese es el juicio de la sociedad mexicana sobre su sexenio, el que le seguirá hasta
el final, aunque diga a los cuatro vientos que los muertos no son suyos.
Este contenido ha sido publicado originalmente por
SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección:
http://www.sinembargo.mx/opinion/16-11-2012/10729.
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