El teorema de Arrow, un clásico dentro de lo que llaman “Economía del Bienestar”, nos muestra, a partir de supuestos plausibles –hablemos por ejemplo de un marco de pluralidad en una mesa de análisis– que no es posible construir bienestar social a partir de preferencias individuales sin impedir que alguien imponga sus preferencias a los demás.
Teniendo en consideración lo anterior, se tienen bases sólidas para afirmar que el producto televisivo denominado “Sin Filtro” no es otra cosa que una emisión con un discurso dictatorial.
¿Por qué utilizar el término “dictatorial”? Porque al inicio del programa se nos dijo veladamente que si el Estado es fallido, prácticamente Televisa decide, porque somos presa de publicidad encubierta y en resumidas cuentas, porque bajo una faz de buena voluntad y apertura de espacios, está el rostro del despotismo mediático.
Así lo dejaron ver por conducto de Gisela Pérez de Acha, la exfoliación orquestada en Televisa es una realidad y en palabras de la colaboradora de Animal Político “dadas las presiones sociales que se dieron antes, durante y después de las elecciones, (la aparición del programa) es como una olla de presión (a la) que le levantas tantito para que no explote”.
“Sin Filtro” confirmó lo que en espacios de opinión se ha venido documentando desde la semana pasada: “El emperador” (Antonio Attolini dixit) de la televisión abierta confunde el contar con jóvenes telegénicos que aseguren popularidad y altos niveles de audiencia con la búsqueda de credibilidad y, por supuesto, de transparencia.
Es así que la televisora que preside Emilio Azcárraga Jean, en el frenético ardid de limpiar sus impurezas y curarse en salud, decide tomar de los estantes a una lista de personajes que después de haber elevado la voz en contra de ciertas prácticas, terminan siendo parte de ellas.
La empresa multimedia ha cubierto una de sus necedades a corto plazo (sí, lo leyó bien, necedades) ha monopolizado el espacio de diálogo juvenil y ve precisamente a los jóvenes como meras herramientas que –con suerte– le ayudarán a encontrar algún ápice de legitimidad.
No se puede decir que Attolini no tiene boca de profeta, una sola emisión de su programa bastó para darse cuenta de que “El Emperador”, como le gusta llamar a Televisa el ex #yosoy132, en efecto, está desnudo.
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