viernes, 7 de diciembre de 2012

No manche su nombre, doctor Mancera


Nota de Sin embargo.
Entendido. Miguel Ángel Mancera Espinosa hereda de Marcelo Ebrard Casaubón el conflicto del 1 de diciembre. También está entendido que tratará de mantener una misma línea porque es hijo de una misma casa política. Pero lo que parece sonar con lógica está a punto de convertirse en una terrible injusticia que perseguirá al Jefe de Gobierno del Distrito Federal durante todo su sexenio. Es posible que esté rodeado por los duros. Se entiende.


Que los empresarios afectados, la prensa que defendió a Felipe Calderón Hinojosa y su guerra, así como los simpatizantes de Gustavo Díaz Ordaz –que ignoran que la historia no olvida– estén calentándole la cabeza: todo el peso de la ley. Pero si una buena parte de la sociedad civil, si la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), si la lógica le está advirtiendo que la policía no hizo su trabajo y que muchos de los que están a punto de condenar son inocentes, Mancera Espinosa debería atender su buen juicio. Porque lo tiene. Su carácter ciudadano y su transparencia le dieron los votos de la gran mayoría de los habitantes de la capital del país no por poca cosa.
Pero Miguel Mancera no debería comprarse un pleito como este con la sociedad civil. Es de ese tipo de guerras que incluso ganadas, se pierden. No manche su nombre, doctor Mancera. Ni caso tiene. El mensaje es: que los muchachos no protesten. Que nadie ejerza su derecho a la réplica o le va a ir de la chingada. Ese es el mensaje. Si no, que escuchen las declaraciones de todos los padres frente al Ministerio Público al hablar sobre sus propios hijos. Están obligándolos a decir que ellos no estaban en esa protesta. Pues sí, muchos salieron a protestar. Y qué. Hasta donde sabemos en este país ese derecho no se ha suprimido. Lo que no todos hicieron fue convertirse en bestias y destruir lo que nos cuesta a todos, nuestra propia herencia: el Centro Histórico. De acuerdo con la evidencia recabada tanto por testigos como por defensores de los derechos humanos, en las últimas horas de los disturbios del 1 de diciembre hubo arrestos en bandada. Como si hubieran recibido la orden de hacer pagar a quien fuera por los desmanes.
Hay un momento en el que se realizan detenciones masivas y arbitrarias sobre la calle de Madero, y son posteriores o al mismo tiempo en el que se están dando los peores eventos en la Avenida Juárez. Con la orden de tener culpables, los policías emprendieron una serie de redadas que incluyeron turistas, paseantes, hijos de vecino. Sin importar que los verdaderos culpables estaban dándose a la fuga. Varios testimonios coinciden en que los que provocaron los mayores daños al inmobiliario público y a los negocios no se dieron a la fuga. Los arrestos estaban en otra parte. Simplemente empezaron a caminar y se perdieron en las calles del Centro Histórico. Todo esto sin considerar que además hubo excesos de todo tipo por parte de la policía, no sólo arrestos injustificados.
La Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal tiene documentados casos de secuestro, tortura, vejaciones y todo tipo de excesos cometidos por policías que, claro, no están detenidos.
Si en este país reina la justicia, los 70 detenidos deberían estar en sus casas esperando a que el Ministerio Público presentara evidencias y no solamente dichos que los involucraran en los hechos.
Si este país es uno en donde la justicia, el derecho y el imperio de las leyes gobierna, todos los detenidos deberían estar libres en espera del señalamiento puntual y las pruebas fehacientes que comprueben su participación en los eventos del 1 de diciembre pasado. Una cosa le hemos comprado a los gobiernos de la izquierda, y mucho más después de seis años del reinado del terror: que son más sensibles a los temas progresistas, como la defensa de los derechos de los individuos.
Si Miguel Ángel Mancera Espinosa quiere empezar con el pie derecho, debería mostrarnos públicamente a los policías agresores, exhibir con pruebas en la mano a los vándalos que provocaron los destrozos en nuestro Centro Histórico y liberar a todos aquellos sobre los cuales no existen pruebas.
Pero no hacerlo como hasta hoy, como lo hizo el gobierno de Marcelo Ebrard Casaubón: todos a prisión, menos los policías y los vándalos, puede salirle caro. Ahora pagan, injustamente, los hijos de alguien que, al final, son nuestros hijos: hijos de esta misma ciudad.

Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/07-12-2012/11136. 

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